sábado, 28 de mayo de 2011

Lo que le espera a la Comunidad Valenciana

Círculos próximos al presidente Francisco Camps creen que éste no ha acabado de entender los resultados electorales del pasado domingo: “Está totalmente convencido de que el suyo ha sido un éxito clamoroso, histórico, sin darse cuenta de que él, junto a Esperanza Aguirre, ha sido el único presidente autonómico del PP en perder votos en pleno auge nacional de su partido”.

O sea, que según ese análisis ha habido cierto castigo electoral al presidente de la Generalitat.

Un analista sin adscripción política se congratula de ello: “Ahora, aunque el PSPV-PSOE de Alarte haya entrado en la UVI, la mayor presencia de Esquerra Unida y Compromís en Las Corts va a dotar al Parlamento autonómico de una vida de la que carecía”.

Según él, Las Corts se habían convertido en una máquina de aprobar leyes más o menos trascendentes pero de la que había desaparecido casi por completo el debate político: “Es más, ha habido leyes cambiantes y hasta contradictorias, como las de urbanismo, sin que los ciudadanos ni los propios interesados hayan sabido el porqué de esos vaivenes”.

A pesar, por consiguiente, de los discutibles resultados del 22-M, el presidente Camps está eufórico. Cuenta con que el triunfo de Mariano Rajoy en las próximas elecciones generales aliviará todos los problemas del Consell, mitigando la presión sobre la deuda pública de la Generalitat, abriendo nuevos canales de financiación y reconociendo una mayor población que justifique más transferencia de fondos.

Por ello, no cree oportuno dar un golpe de timón a su política de gasto público y solo efectuará unos recortes y retoques mínimos, pese a las peticiones de signo contrario de Vicente Boluda, Juan Roig y otros empresarios significativos de la Comunidad.

Incluso, haciendo una acto de presunta autoridad tampoco parece dispuesto a realizar grandes cambios en su equipo más inmediato, pese a la reiterada aparición de algunos nombres en los sumarios del caso Gürtel, como el vicepresidente Vicente Rambla.

Muy otra, sin embargo, parece ser la actitud del presidente nacional del PP ante los acontecimientos políticos que se avecinan. Según sus asesores, un acorralado Rodríguez Zapatero no podrá aguantar hasta el año que viene debido a la presión conjunta de los mercados internacionales, las agencias de calificación de créditos, el FMI, el Eurogrupo, la UE y hasta la mismísima Angela Merkel. O sea, que sí que habrá elecciones generales en otoño.

De cara a ese suceso trascendental, Rajoy quiere convencer a sus eventuales votantes de que con él la recuperación económica está asegurada. Para eso, desea mostrar una límpida ejecutoria en las comunidades autónomas donde gobierna su partido.

De la Murcia de Ramón Luis Valcárcel exhibirá la reducción de su déficit; de la Castilla y León de Juan Vicente Herrera, su excelencia académica; del Madrid de Esperanza Aguirre, la eficacia de su gestión; de la Galicia de Núñez Feijóo, su política equilibrada de cohabitación lingüística; y hasta del nuevo presidente de Baleares, José Ramón Bauzá, la regeneración del PP que había sumido en la corrupción Jaume Matas.

Pero, ¿de qué realización podrá presumir en la Comunidad Valenciana?

Aquí, me sabe mal recordarlo, entre otras cosas tenemos la segunda deuda pública más elevada de España, la mayor cantidad de impagos de las Administraciones públicas y el peor nivel de la enseñanza secundaria. No será, pues, Mariano Rajoy, a las puertas de La Moncloa, quien arriesgue sus posibilidades avalando la más que discutible gestión autonómica de Francisco Camps.

Para más inri, con el mordaz Pérez Rubalcaba como rival electoral, Rajoy no puede permitirle que un día sí y otro también utilice el caso Gürtel contra la credibilidad regeneradora del PP. Por eso, aunque él todavía no lo sepa, Paco Camps es un presidente cuya fecha de caducidad está bastante próxima.

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