miércoles, 25 de junio de 2014

Desigualdades económicas


Todos los indicadores sociales manifiestan que crece la desigualdad económica entre las personas, no sólo en España, sino en el resto del mundo. Es un efecto colateral de la crisis, dicen.

Lo curioso es que cuando se propone alguna medida para paliarlo, la gente responde negativamente. Es lo que ha sucedido en Suiza, donde se ha rechazado en referéndum establecer un salario mínimo en 3.270 euros. “Eso haría bajar la productividad y encarecería el precio de las cosas”, han dicho sus detractores.

Su postura refleja algo hondamente establecido en el subconsciente colectivo: que pretender igualar económicamente a las personas no es algo socialmente justo, sino lo contrario.

Las manifestaciones públicas, en cambio, van en otra dirección y el personal se escandaliza de que los directivos de las principales empresas —Pablo Isla, Falcones, Sánchez Galán, Alierta,…— perciban más de 7 millones anuales. Sin embargo, se queda tan frío ante los 20 millones de Messi mientras gran parte de los futbolistas profesionales cobran cuatro duros, y eso, si los cobran.

En la misma línea, nos ponemos como panteras cuando la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica de Oriol, se atreve a proponer la rebaja del salario mínimo a personas sin formación. Por el contrario, nadie reflexiona en voz alta sobre la quiebra del modelo igualitario de Fagor y el cooperativismo de Mondragón.

De alguna manera, como en el ejemplo futbolístico, hay que considerar que “a trabajo igual, salario igual” y “a trabajo distinto, sueldo diferente”.

En esa diferenciación movilizadora de los recursos económicos no radica la injusticia social, sino en que el Estado no sepa reparar luego los déficits sociales que se producen. Y, en eso, la ineficacia de nuestra Administración  —y de otras— es clamorosa.

¿Cómo va a haber luego una redistribución de la riqueza cuando nuestra fiscalidad es decepcionante? Mientras existan paraísos fiscales para ricos, instrumentos financieros de gran opacidad y un fraude fiscal superior al 20% de nuestro PIB, sí que habrá injusticia. Ésta no radica, insisto, en la diferenciación de rentas, sino en el tratamiento fiscal de esas rentas y en cómo se utilizan. Pero hablar de eso, claro, es menos cómodo y menos fácil que hacer otro tipo de demagogias.

 

domingo, 18 de mayo de 2014

Por qué nos decepciona Europa



Jamás Europa ha vivido una época de paz tan prolongada como la actual. Ése fue el objetivo del Tratado de 1957 y ése ha sido el éxito impensable de los precursores de la UE. ¿Por qué, entonces, la creciente desafección de los ciudadanos a la Unión?
Una gran mayoría de los europeos de hoy, claro está, no vivió la tragedia de la última guerra mundial ni las represalias ni éxodos de la posguerra. Por eso no tienen pretéritos horrores que enterrar.
Al revés: beneficiarios que han sido de un sistema de protección social sin igual durante décadas de expansión económica, bastantes de ellos sólo perciben ahora los recortes de la actual crisis económica y añoran un pasado nacional de autarquía, de fuerte identidad nacional y de falso e idealizado bienestar.
También es verdad que los ciudadanos no entendemos muchas de las decisiones de los políticos y los burócratas de Bruselas, es verdad que a veces legislan sobre detalles ínfimos y prescindibles de nuestras vidas y es verdad que la actividad de los eurodiputados se asemeja en ocasiones a unas vacaciones políticas bien remuneradas.
Pero, sobre todo ello, sigue siendo verdad que la paz de que goza Europa es algo envidiable e impagable y que lógicamente atrae a los desheredados de otras partes del mundo.
Aún así, los políticos de la UE, con el ánimo de aparentar que rigen una auténtica potencia política mundial, en vez de administrar un amable acuerdo de convivencia vecinal, se meten en berenjenales para los que no están cualificados. Por ejemplo, toman partido en el conflicto sirio por el bando rebelde que, sin ser mejor que el otro, va a perder la guerra civil, y animan en cambio en Ucrania a los partidarios de ingresar en la UE al precio de provocar la escisión de la parte pro rusa del país.
Son muchas contradicciones que los políticos europeos se muestran incapaces de explicar. En vez de ello, bastaría con que nos transmitiesen cómo podría ser una Europa de vuelta a las fronteras y los enfrentamientos internos que ello podría generar, para vencer de ese modo nuestro euroescepticismo y darnos cuenta de que, con todos sus defectos, la UE es lo menos malo que nos puede suceder.     
               

jueves, 8 de mayo de 2014

Cataluña y Euskadi



El reciente encuentro entre Artur Mas e Íñigo Urkullu ha disparado las especulaciones sobre un imposible frente nacionalista vasco-catalán.
Se trata de una más de las desinformaciones o desconocimientos sobre la realidad territorial de España.
A diferencia de sus homólogos catalanes, al PNV nunca le ha interesado ni convenido la independencia del País Vasco. Entre otras razones, porque éste ya goza de un estatus privilegiado de autonomía con el concierto económico actual, porque nunca sería autosuficiente como Estado soberano y porque sabe que una gran parte de la población se siente comprometida con el futuro colectivo de España.
En estos tres puntos, precisamente, difiere de él radicalmente el nacionalismo catalán —ahora, separatismo, a secas—, al que cualquier oferta de pacto fiscal o de cupo tipo Euskadi le parece hoy día muy por debajo de sus expectativas.
Esa brutal diferencia entre ambos soberanismos ha propiciado la paradoja de que los nacionalistas vascos más extremos hayan practicado la lucha armada para imponer unas tesis ajenas a la mayoría de la población. No en vano las provincias Vascongadas han sido una de las regiones que en la historia más han colaborado a la integración territorial de España, con cantidad de nombres ilustres en la industria, las artes, la milicia y la economía nacional.
En cambio, el retraimiento periférico de Cataluña conllevó su propia paradoja: la de su retraso foral hasta que se abrió al comercio con el resto de la Península tras la victoria de los Borbones en la Guerra de Sucesión, hace trescientos años. Justo, lo contrario de lo que se nos quiere hacer creer.
En cualquier caso, lo importante no es el pasado, sino el futuro. Y la grave irresponsabilidad de todos los políticos españoles es que no nos explican qué podría pasarnos de consumarse la amenaza de la escisión territorial.
Y no vale con argumentar falsamente sobre los males que le podrían sobrevenir a Cataluña, sino al conjunto de España. ¿Sería viable un Estado privado de golpe del 20% de su PIB? ¿Cómo afectaría eso a la cohesión de lo que quedaría del país? ¿Y qué pasaría con las brutales presiones pancatalanistas, ya insinuadas, sobre la Comunidad Valenciana y las islas Baleares?
Éstos son los temas de verdad y todo lo demás, como se dice en catalán, sólo son amables flors i violes para tener entretenido al personal.         

miércoles, 30 de abril de 2014

Un plátano y dos racismos



Algunos consideran excesivo el revuelo montado por el lanzamiento de un plátano al futbolista de color Dani Alves en Villarreal. Para ellos, las innegables connotaciones racistas de ese gesto sólo son una minucia.
En otros países, en cambio, escarmentados por la virulencia de los conflictos raciales, no hay disculpa que valga. Lo acaba de comprobar en sus carnes el dueño del equipo de baloncesto Clippers, de Los Ángeles, integrado casi en su totalidad por jugadores negros. “Puedes acostarte con ellos… —ironizó con su pareja, blanca, como él—, pero te pido que no los traigas a mis partidos”.
La frasecita de marras le ha costado a su autor la prohibición de asistir de por vida a cualquier campo de la NBA y la obligación de desprenderse de su equipo de baloncesto. Ya ven.
Es que en los Estados Unidos no se permite ni una broma en los asuntos de discriminación racial y debido a ello han sido sancionados con dureza deportistas, empresarios, políticos y periodistas.
Poco después de las revueltas callejeras tras el apaleamiento policial a Richard King, unos directivos de Texaco hicieron unos comentarios privados que denigraban a sus trabajadores afroamericanos. Al conocerse el hecho, comenzó un boicot ciudadano a la compañía y, para pararlo, ésta debió indemnizar a sus empleados de color con 132 millones de euros. A Coca-Cola le pasó algo parecido por la discriminación histórica de su personal de color y debió enmendarla soltando 228 millones.
Los países que han sufrido revueltas raciales —como Estados Unidos, Inglaterra y otros— son, pues, mucho más sensibles al tema que nosotros, que hasta tenemos un idioma plagado de expresiones xenófobas, las cuales usamos sin ningún miramiento. Se trata, por consiguiente, de dos reacciones distintas ante el mismo fenómeno. Entre otras razones, porque la exacerbación del racismo fuera de nuestras fronteras ha llevado a masacres étnicas tan terribles como el Holocausto.
Tras estas consideraciones, mantener que el lanzamiento del plátano dichoso sólo es una minucia resulta una temeridad irresponsable y hasta una cobarde ofensa a gran parte de la humanidad.       

jueves, 24 de abril de 2014

Gª Márquez y Bouteflika



Con García Márquez desaparece no sólo el último y mejor exponente del boom de la literatura latinoamericana de los 60, sino la época de la Tricontinental, de la OLAS y de la acción revolucionaria en aquel continente.
Cuando lo conocí en 1975, Gabo se quejaba de que los progres portugueses y españoles apostasen por la democracia occidental en vez de hacer de la Península Ibérica la “Cuba de Europa”, como preconizaba entonces Saraiva de Carvalho.
Ahora, en cambio, olvidadas ya las veleidades revolucionarias de entonces, Iberoamérica tiende cada vez más hacia una socialdemocracia basada en el desarrollo económico y el pluripartidismo político.
El mundo de García Márquez ha cambiado, pues, como lo ha hecho el de su coetáneo, el argelino Abdelaziz Bouteflika. Cuando coincidí con él en 1973, era el más joven de los ministros de aquel FLN de Ben Bella, primero, y de Boumedian, después. Aunque más vividor, atildado y cosmopolita que ellos, él también creía en la revolución anti occidental como receta para su país.
La paradoja es que aquella revolución, sin saberlo sus autores, iba a desembocar inconsciente e inexorablemente en un islamismo radical y excluyente. Por eso, hubo de ser el propio Bouteflika, ahora ya viejo y achacoso, quien se enfrentase a aquella deriva fundamentalista de Argelia.
La coincidencia en el tiempo de la muerte del escritor y la reelección de un presidente que ya ni sale de casa, evidencian ese final de ciclo y abren nuevas expectativas en un mundo en el que el conflicto no es ya entre comunismo y capitalismo, sino entre otros antagonistas: ¿nuevos nacionalismos frente al orden establecido?, ¿extremismo religioso contra la sociedad laica y democrática?
A diferencia de las equivocadas certezas que tenían unos y otros hace medio siglo, de lo único que ahora estamos seguros es de nuestra ignorancia ante los conflictos que se avecinan.   

jueves, 17 de abril de 2014

"¿Europa nos roba?"



Según la propaganda del PP, Arias Cañete es el mejor candidato para “defender a España en la Unión Europea”.
¡Cielos! ¿Es que acaso la UE nos ataca? O, simplemente, ¿es que Europa nos roba, como los independentistas más radicales afirman que España lo hace a Cataluña?
Semejantes manifestaciones, aparte de mentiras, son el paradigma perfecto de la insolidaridad. Ahora que España ha pasado de ser un país receptor de fondos a convertirse en contribuyente neto de la UE, resulta que hay que defenderse de ella. Y dado que Cataluña tiene el doble de renta que Extremadura, el que tenga una mayor aportación contributiva supone que Espanya ens roba.
En el fondo, se trata de una misma actitud etnocentrista, cicatera e insolidaria. Desde siempre, los sucesivos gobernantes españoles, llámense José María Aznar o Rodríguez Zapatero, han presumido de ser los mejores defensores de España ante la Unión Europea. Y los eurodiputados no digamos. Pero, ¿acaso no van éstos a Bruselas precisamente a defender la UE, a hacerla más sólida, justa y participativa? Pensar otra cosa es lo mismo que si un diputado de Cuenca o de Orense fuese a Las Cortes exclusivamente a defender a sus paisanos frente a las leyes españolas.
Con semejante actitud localista y aldeana, nuestros políticos pretenden luego que los ciudadanos acudamos a votar en las elecciones al Parlamento europeo, “porque Europa es lo importante”. Ya. Si la derecha más rancia ha acusado al comisario Joaquín Almunia de ser “poco patriota” al anteponer la legalidad europea a los intereses de clubes de fútbol españoles, ¿cómo justificar luego esa misma legalidad?
Así que todos estamos dispuestos a defendernos de la UE, pero ¿quién defiende a esa misma Unión Europea de nuestros egoísmos nacionales y contradictorios?