domingo, 30 de diciembre de 2012

Que no trabajen tanto


Los diputados españoles presumen, con razón, de ser de los más prolíficos del mundo. Efectivamente, según la CEOE, en España hay en vigor nada más ni menos que 100.000 leyes de todo tipo.

La mayoría de esas normas cambian constantemente, son contradictorias unas con otras, sus destinatarios ignoran muchas veces su misma existencia y gran parte de ellas nunca llegan a aplicarse.

Por eso me aterra que el portavoz socialista valenciano, Antonio Torres, pida más presencia en las Cortes autonómicas y más días de trabajo legislativo.

¡No!, ¡por favor! ¡No más leyes! Me conformaría con que se aplicasen las que hay y que incluso se redujera la mayoría de ellas, como las que imponen diferente etiquetado de los productos de una región a otra u obligan a hacer distintas pruebas de ITV en cada Comunidad Autónoma.

Es que a nuestros políticos les gusta tanto legislar que hasta modifican muchas leyes antes de que entren en vigor o las sustituyen en seguida por otras que dejan las cosas como estaban antes de su modificación. Lo importante es dictar leyes y presumir luego, como se envanecía el portavoz de un Gobierno autonómico, de que “hemos duplicado de un año a otro el número de leyes aprobadas”.

Para remediar tanta hemorragia legislativa propongo que los parlamentarios pasen menos tiempo en sus escaños y más en la calle, visitando asociaciones de vecinos, comités de empresa, grupos de discapacitados, pequeños empresarios, oficinas del INEM,…

Eso es lo que suelen hacer los diputados británicos y ya ven: por no tener muchas leyes, hasta carecen de Constitución escrita; pero, eso sí, sus conciudadanos se sienten mucho mejor representados por ellos que nosotros por tantos prolíficos e inútiles legisladores como mantenemos.

 

  

 

domingo, 23 de diciembre de 2012

Hablar como se quiera


Una cosa es estudiar en un idioma en la escuela, como sucede con la inmersión lingüística en catalán realizada en el Principado, y otra hablarlo en la calle, como esos niños que, según Duran i Lleida “lamentablemente” utilizan el castellano en los recreos.

Es que, en el fondo, los idiomas no sirven para entendernos unos con otros, sino para diferenciarnos los unos de los otros. Por eso mismo, tampoco puede imponerse su uso por decreto, como ansían todos los fundamentalistas. Así sucede en Flandes, donde, a pesar de que todo el mundo ha estudiado francés, la gente prefiere usar el inglés antes que la odiada lengua de sus vecinos valones.

La utilización de uno u otro idioma conlleva siempre algún resultado negativo. Que se lo pregunten, si no, a la amplia minoría de hablantes rusos de Estonia y de Letonia que viven por ello en un limbo jurídico, privados de la ciudadanía de sus respectivos países.

Éstas son historias reales de incomprensión humana con las que cualquiera puede toparse en sus viajes. Entiéndase, entonces, que a uno le ponga nervioso cualquier noticia sobre barreras lingüísticas, máxime si ocurre en parajes tan maravillosos como la Cataluña en la que siempre he podido entenderme en catalán, en castellano o, si el interlocutor se pone tozudo, en inglés.

Para mí, lo ideal es la carencia de un idioma oficial y que cada uno tenga el derecho a ser escolarizado en su lengua materna, como sucede es Estados Unidos. Luego, la realidad, la conveniencia o el afecto llevarán a cada habitante de ese país a hablar en inglés —lo más probable—, en chino o en el idioma que le dé la gana.

Eso es lo único lógico y todo lo demás son monsergas.

 

 

domingo, 16 de diciembre de 2012

300 coches


Unos 300 vehículos oficiales, más o menos, tiene a su disposición el Ayuntamiento de Madrid.

A mí, qué quieren que les diga, me parece una solemne barbaridad. Máxime, si trasponemos el dato a las demás corporaciones municipales de España. Y a las comunidades autónomas, diputaciones, mancomunidades, cabildos insulares,… Una auténtica barbaridad.

Si sólo se tratara del abuso del parque móvil por parte de nuestros políticos y asimilados, la cosa aun tendría un pase. Pero a eso habría que añadir la utilización de escoltas, chóferes, teléfonos móviles, viajes oficiales,…

Ya sé que eso es el chocolate del loro en el conjunto de los dispendios de nuestra frondosa administración pública. Pero su drástica reducción seguro que habría suavizado los recortes a funcionarios, pensionistas y demás colectivos cautivos ellos del Presupuesto del Estado.

La cuestión resulta todavía más sangrante cuando uno no ve ese derroche de prebendas en otros países más ricos que el nuestro. La proporción de políticos con escolta en España resulta ridículamente superior a la de Estados Unidos, por ejemplo, y la de ediles con chófer oficial parecería una burla en Gran Bretaña o Alemania.

Con esta afición a costearse la vida a cuenta del erario, se entiende perfectamente que nuestros políticos, sean del partido que sean,  se opongan como panteras a la reducción de concejales o diputados autonómicos, a la supresión de entes públicos o a la fusión de municipios.

Entre otros motivos, hay uno de peso para semejante actitud: dada la escasa valía profesional de la mayoría de ellos, ¿dónde encontrarían acomodo si tuviesen que ganarse las alubias por su cuenta?

Ésa es la terrible realidad que acabamos pagando entre todos los ciudadanos.

  

 

 

domingo, 9 de diciembre de 2012

El oprobio del indulto


Una eventual condena judicial de Urdangarín, Díaz Ferrán y otros golfos de alto standing, no quiere decir necesariamente que acaben con sus huesos en la cárcel. El uso y abuso por los sucesivos Gobiernos españoles de la figura jurídica del indulto podría hacer que se saliesen de rositas, sin más sanción, eso sí, que la de su propia infamia.

En los últimos años, los Gobiernos españoles de uno y otro signo han concedido más de un indulto al día a penados de todo tipo, desde traficantes de drogas hasta homicidas. Uno de los más significativos fue el del banquero Alfredo Sáenz Abad, condenado por haber realizado una denuncia falsa y que obtuvo el perdón del último Ejecutivo de Rodríguez Zapatero.

Ya ven si no hay razones de sobra para sentirse mosqueado. Máxime ante la creciente lista de presuntos delincuentes de cuello blanco —políticos, empresarios, ex consejeros de cajas de ahorro,…— imputados, acusados o simplemente sospechosos de habérselo llevado crudo a costa de los contribuyentes.

El último escándalo ha sido de otro tipo: el perdón a cuatro mossos d’esquadra condenados por torturar a detenidos. Pero da igual. El común denominador del derecho de gracia regulado por una valetudinaria ley de 1870 es el de su arbitrariedad. Posiblemente haya casos en que se den razones de “justicia, equidad o conveniencia pública”, como especifica la propia ley. Pero, ¿cuántos otros no estarán motivados por el amiguismo, la complicidad o la conveniencia privada?

La opinión pública está tan escamada con nuestra clase dirigente y con la sensación de impunidad de sus posibles fechorías que ya es hora de que la justicia actúe con contundencia y que los políticos dejen de poner trabas a su correcto ejercicio.

 

domingo, 2 de diciembre de 2012

Desunión Europea


Sólo la mitad de los países de la Unión Europea han votado a favor de Palestina como Estado observador de la ONU. Esta división es una más en la larga lista de disensiones en política internacional: reconocimiento de Kosovo, apoyo al ingreso de Turquía en la UE… y hasta sobre el mando conjunto en operaciones militares en el exterior.

Si se tratase solamente de política internacional, aun se podría entender. Pero los desacuerdos de esa Europa venida a menos también se manifiestan en temas de cohesión interna: política monetaria, magnitud de los recortes económicos, rescate a los países en dificultades… Por no haber acuerdo, ni siquiera ha podido aprobarse el próximo Presupuesto de la UE, como en su día tampoco pudo ratificarse la non nata Constitución europea.

Es que, en el fondo, cada país va a la suya, defendiendo su conveniencia en temas tan peregrinos como la interminable discusión que hubo hace unos años sobre comercializar o no una patata modificada genéticamente y que produce un mejor almidón para uso industrial.

Con esa actitud nacionalista, no es de extrañar que cada vez que regresan de las cumbres comunitarias nuestros jefes de Gobierno —llámense Aznar, Rodríguez Zapatero o Rajoy— de lo que presumen es de las posibles ventajas conseguidas para España, más que de los logros comunes alcanzados.

Lo peor es que, en vez de avanzar hacia una mayor cohesión, surgen ahora nuevos particularismos: Escocia, Cataluña… y quizás mañana Flandes, Pandania u Occitania.

No sé cómo verían este inquietante panorama Monnet y Schuman, forjadores de la idea europea, si levantasen la cabeza. Lo único seguro es que los pobres estarían terriblemente insatisfechos.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Soy menor... ¿y qué?


Centenares de menores asistieron a la trágica fiesta de Halloween en el Madrid Arena sin que nadie les pidiese el DNI. En seguida, la hipocresía social ha puesto el grito en el cielo por semejante dejadez administrativa. Pero, ¿quién es el guapo que se atreve a exigir el carnet en la puerta de muchos de estos establecimientos?

Para empezar, se quedaría sin clientela. Lo más probable, además, es que se organizase un gatuperio de la leche.

En primer lugar, porque en este país las reglas nos las pasamos por la entrepierna. Lo mismo las leyes fiscales que las normas de tráfico. Y es que nos hemos acostumbrado tanto a tener sólo derechos que cualquier limitación la consideramos un atropello. Nuestra permisividad ante las transgresiones es una de las características que más asombran a los extranjeros y algunos de ellos —como los borrachos ingleses en Lloret de Mar— sólo vienen a España a saltarse todas las reglas.

Como contraste, recuerdo haber invitado a comer a una alumna mía en Estados Unidos y que el camarero, con su vaso de vino en la mano, no se lo sirvió hasta que ella hubo acreditado que tenía más de 21 años. Si un camarero hiciese algo similar aquí se le caería el pelo.

Además, ¿en qué consiste ser menor en España? Si a los 16 se puede trabajar, a los 15 conducir ciclomotores, a los 14 entrar en las redes sociales y a los 13 tener relaciones sociales consentidas, ¿a quién le importa que a los 17 vayan a una fiesta por cutre que ésta sea?

Lo cierto es que, entre una cosa y otra, con tanta permisividad y tanta leche, nuestros jóvenes son ya demasiado viejos y ya no hay nadie que pueda devolverles a una mojigata juventud como las de antaño.

 

domingo, 18 de noviembre de 2012

Acojonados y acojonadores


Comprendo al futbolista Markel Susaeta al haber manifestado su orgullo por representar “una cosa”, evitando así decir el nombre de España. Lo entiendo porque, una vez acabado el encuentro con Panamá, ha tenido que volver a su entorno abertzale, el cual, de haberse expresado de otra manera, le habría hecho la vida imposible.

En mucha menor medida, el internacional Xavi Hernández recibió un montón de críticas de los nacionalistas catalanes por su espontáneo “¡Viva España!” tras el campeonato de Europa de 2008. Escarmentado, el jugador no ha vuelto a cometer jamás tamaña imprudencia.

Debido a estos riesgos, resulta difícil que los personajes públicos españoles se pronuncien sobre cuestiones ideológicas, a diferencia de lo que sucede en otros países.

En todo caso, el personal suele someterse aquí al dictado del último acojonador de turno, como le sucedió al jugador del Athletic Fernando Llorente, que hubo de firmar a su pesar el manifiesto en pro de una selección para Euskal Herría cuando él ni siquiera es vasco. Aunque eso, ya ven, no le ha evitado la ira de parte de la afición bilbaína.

Se entiende, pues, que vivamos en un estado general de miedo o de estupor ante el matonismo ideológico imperante, del signo que sea. Muy pocos se atreven a enfrentarse a él, exhibiendo sin pudor sus ideas, aunque sean tan contrapuestas como las de Willy Toledo y Arturo Pérez Reverte, por poner dos ejemplos distintos del mundo de la cultura.

Lo general, insisto, es lo otro: plegarse al ambiente, para no meterse en líos, o ejecutar bellos ejercicios de ambigüedad, como el de Gerard Piqué al obligarle a elegir un entrevistador entre España y Cataluña.

Así, una vez y otra.

 

domingo, 11 de noviembre de 2012

Mi derecho a decidir


Los vecinos del 5º A, el 1º E y el 2º B de mi escalera hemos decidido separarnos de la comunidad de vecinos, disconformes con las cuotas que tenemos que pagar. Y, claro, hay un cabreo monumental en la vecindad.

Éste es un ejemplo, grotesco, si se quiere, de la arbitrariedad del llamado derecho a decidir, con el que los independentistas justifican la separación de Cataluña del resto España.

Y es que el susodicho derecho tiene los efectos perversos de casi todos los plebiscitos. Uno de ellos: el de que quienes lo plantean, caso de ganar, jamás permitirían en un futuro una consulta en sentido contrario, para incorporarse a una soberanía más amplia.

Además: ¿quién tiene derecho a decidir?, ¿hasta qué escala o nivel puede ejercitarse ese derecho?, ¿hasta el de mis vecinos de comunidad?, ¿o el del barrio londinense que se declaraba independiente en la divertida película Pasaporte para Pimlico?

Todo ello es arbitrario, por supuesto. Por ello, el Estatuto de Euskadi de 1936 pudo imponerse a las tres provincias vascas aunque una de ellas, Álava, no lo hubiese aprobado en el referéndum previo.

La democracia, además, no puede funcionar a golpes de referéndum cuando existen cauces representativos para ejercerla. ¿O es que sería democrático consultar a los ciudadanos sobre la poligamia y la esclavitud? ¿Acaso podría abolirse la ley de la gravedad en un plebiscito?

La verdad es que si uno pudiese ejercer el derecho a decidir a lo mejor querría ser norteamericano. Es lo que acaban de hacer los habitantes de Puerto Rico. Mientras aquí vamos hacia el aldeanismo, ellos prefieren ser cola de león a cabeza de ratón. Y es que seguramente son más listos que nosotros.

 

 

domingo, 4 de noviembre de 2012

Que paguen los partidos


Aunque parezca mentira, partidos políticos y sindicatos son las únicas empresas sin responsabilidad penal por los delitos cometidos por sus dirigentes. Ahora, por fin, el Gobierno parece decidido a acabar con semejante anomalía.

De haber existido la citada responsabilidad, hace más de 20 años que los partidos políticos españoles podrían haber sido disueltos. ¿O es que no nos acordamos de la financiación ilegal del PSOE mediante las empresas tapadera Filesa y Time-Export en 1990?

Otro tanto cabría decir del PP, con el caso Naseiro, por aquellas fechas, y que 20 años después se ha reproducido con el desvío de fondos hacia el partido durante los Gobiernos de Jaume Matas en Baleares y Paco Camps en Valencia.

Y es que aquí no se salva ni Dios, como decían los versos de Blas de Otero. La sombra de la corrupción persigue desde el PNV hasta el Bloque Nacionalista Gallego, incluyendo a los sindicatos. ¿Acaso hemos olvidado el desfalco de UGT a la cooperativa de viviendas PSV entre 1989 y 1993?

Donde la corrupción ha causado más estragos es en Cataluña, desde el caso Filesa al saqueo del Palau de la Música por parte de Félix Millet, pasando por el caso Pallerols, del partido de Durán i Lleida, y la denuncia de Pasqual Maragall de que CiU cobraba un 3% de comisión por las contratas públicas.

Y en un ejemplo máximo de transversalidad e interpartidismo tenemos el caso Bretonia, con la detención de políticos de Convèrgencia, como Macià Alavedra, y del PSC, como Bartomeu Muñoz.

Todo esto, para que luego digan que los políticos son unos vagos. A la hora de hacerse con nuestro dinero, está visto que no.

 

domingo, 28 de octubre de 2012

La injusticia del desahucio


Con lo lenta que es la Justicia española, sorprende la celeridad con que se ejecutan los desahucios. Como si éstos tuvieran otra vara de medir.

Lo cierto es que en nuestro país se efectúan 500 desahucios diarios. Es decir, medio millón desde 2008. Una auténtica barbaridad.

La tragedia social y personal que supone perder la vivienda y quedarse, en muchos casos, en la p… calle empieza a jalonarse de sucesos escalofriantes, como el creciente número de suicidios entre los afectados.

Sigo sin entender, además, que gran parte de esos incidentes no concluyan al entregarse el bien hipotecado —la famosa dación, que algunos tratan de imponer—, sino que la persona privada de su vivienda tiene que seguir pagando lo que queda del préstamo: o sea, que además de cornuda, apaleada.

El argumento del acreedor es que dio un crédito superior al precio del piso hipotecado. ¿Pero qué culpa tiene de ello el prestatario? ¿No era responsabilidad del prestador ajustarse al valor del inmueble dado en prenda?

Ésa fue en su día la intención de los juristas romanos al crear los préstamos hipotecarios, justo lo contrario de la avaricia de los banqueros actuales, unos inútiles en su oficio que nos han hundido en el abismo financiero.

Lo absurdo de la práctica indiscriminada del desahucio es que con ella salen perdiendo las entidades financieras, que acaban revendiendo los pisos a la mitad de su valor. ¿No les resultaría mejor dejárselos a sus propietarios, en espera de recuperar algún día el dinero prestado?

En vez de eso, prefieren tirar piedras contra su propio tejado y hundir el mercado inmobiliario con tal de seguir fastidiando al personal.   

 

miércoles, 24 de octubre de 2012

Armstrong y los demás


Jacques Anquetil, ganador de cinco Tours entre 1957 y 1964, declaró poco antes de su muerte prematura: “En mi época, todos los ciclistas nos dopábamos”. A pesar de esa confesión tan explícita, Anquetil no fue privado jamás de los títulos conseguidos.

Justo, lo contrario que Lance Armstrong, quien nunca dio positivo en ningún control antidopaje y que siempre ha negado haberse drogado. Aun así, por la simple delación de terceras personas, Armstrong ha pasado de la gloria a la ignominia en un santiamén. Claro que Anquetil era francés y él no.

Lo paradójico del caso, es que los maillots amarillos quitados al norteamericano no van a ser asignados retrospectivamente a quienes quedaron segundos en aquellos Tours. Y es que en los últimos veinte años la mayoría de los ganadores de las grandes pruebas ciclistas han sido condenados por dopaje alguna vez, desde Jan Ullrich a Alberto Contador, pasando por Floyd Landis o Roberto Heras.

La conclusión, pues, no puede ser más demoledora: todos los corredores, en general, se drogan; unas veces son pillados haciendo trampas y otras no, pero la práctica del dopaje se ha generalizado ante la exigencia cada vez más brutal de unas carreras que requieren esfuerzos sobrehumanos.

Si esto es así, resulta hipócrita este castigo desproporcionado —y retrospectivo— al mejor ciclista de todos los tiempos, el cual ha corrido, probablemente, en las mismas condiciones artificiales que todos los demás.

Por esas razones, me temo que la sanción a Armstrong no resultará todo lo ejemplar que presumen sus dispensadores, sino que estimulará nuevas y más sutiles formas de dopaje que eviten su detección por los futuros controles.

Así, hasta la próxima sanción. Y vuelta a empezar.   

domingo, 21 de octubre de 2012

El "porno" Nacho Vidal


Cuando dejó de exhibirse en porretas, hace pocos años, Nacho Vidal estuvo a punto de que le dedicasen una calle en el pueblo de su infancia.

Ignoro por qué no cuajó la idea ni qué méritos encontraron en él sus promotores, aparte de los atributos viriles del profesional de la pornografía.

Que conste que no critico la actividad laboral del susodicho. Menos, incluso, en estos tiempos en los que uno se agarra a un trabajo como puede. Además, todos tenemos episodios oscuros en nuestras biografías. En la mía, el haber escrito pies de foto en la revista Private, fundada por el sueco Berth Milton, máximo exponente del sexo duro y explícito. Ya ven.

Aun así, sigo sin entender que un actor pornográfico se haya convertido en paradigma social como para que le dediquen una calle. ¡Con lo que les cuesta conseguirlo a científicos, investigadores, médicos y demás benefactores de la sociedad!

Claro que, según una encuesta, los españoles somos los ciudadanos que menos nombres conocen de gente dedicada a la ciencia y a otros menesteres igual de nobles. En cambio, sabemos todo de los participantes en Gran Hermano y demás bazofia televisiva.

Aun así, creía que tras su detención por la operación Emperador, de blanqueo de dinero, Nacho Vidal perdería su aureola de personaje mítico. “Quiá —me ha disuadido un amigo—. Para ser famoso y admirado en este país, cuanto más golfo, mejor. Desde chorizos como El Dioni o Luis Roldán en su día, hasta los actuales saqueadores de las cajas de ahorro, todos viven tan ricamente y con el riñón forrado”.

Pues qué bien.

 

 

domingo, 14 de octubre de 2012

Cada vez más insolidarios


Antes ni siquiera de ver un duro, seis comunidades autónomas ya se han repartido el 95% del fondo de liquidez creado por Luis de Guindos para que puedan pagar sus cuantiosas deudas. Y el que venga detrás, que arree.

Lo peor de esas comunidades es que, en vez de disculparse por haber sido manirrotas, echan la culpa de su derroche a los demás, como Paulino Rivero, quien arguye que Canarias “no tiene la financiación que le corresponde”.

Ésa es la constante de todos los presidentes autonómicos, desde Artur Mas a Alberto Fabra: decir que sus territorios reciben menos dinero que la media española y que, claro, así no hay manera de jugar. De hacerles caso, la suma de todos los fondos percibidos por ellos debería estar muy por encima del 100%.

Aparte de la notoria falta de justicia distributiva que esto supondría respecto a otras regiones más pobres, ¿cómo se puede cuadrar semejante aritmética que va contra la tabla de sumar y contra el simple sentido común?

Eso, al parecer, no perturba lo más mínimo a nuestros políticos, que se deslizan por una progresiva pendiente de insolidaridad. En ella cabría incluir, por cierto, la airada reacción de Elena Valenciano y de la mayoría de sus colegas ante el natural propósito del ministro Wert de españolizar a los estudiantes catalanes.

Así que, si tan poco nos queremos a nosotros mismos los españoles, si tan poco solidarios somos entre nosotros, si estamos dispuestos a romper España a la primera de cambio, ¿por qué van a tener que ayudarnos con sus impuestos los holandeses, los alemanes o los austríacos?

   

domingo, 7 de octubre de 2012

¿Adiós a Erasmus?


Sus críticos lo llaman Orgasmus, porque según ellos los becados con el programa europeo se pasan todo el día traveseando, en vez de estudiar.

Lo cierto, sin embargo, es que gracias a él tres millones de universitarios han conseguido desplazarse a otro país de esta Europa babélica, cada vez más necesitada de unión.

Ya ven si tiene importancia el programa de movilidad estudiantil. Y su baratura: sólo 450 millones anuales, poco más de lo que gastan en viajes los parlamentarios europeos.

Pues bien: la crisis económica ha reducido drásticamente este programa juvenil de integración europea, mientras que, en cambio, los eurodiputados se niegan a viajar en clase turista en vez de hacerlo en primera.

Y es que ni la manida crisis es igual para todos ni los parlamentarios europeos resultan mejor que los españoles: así, en plena moda de recortes presupuestarios, la Unión Europea ha dejado sin fondos a importantes partidas sociales; pero, eso sí, los gastos administrativos del propio Parlamento —en diputados, asesores, desplazamientos y otras gabelas— subirán el año que viene el 1,9 por ciento.

Por eso, reducir ahora unas modestísimas becas —133 euros mensuales de media que reciben los erasmus españoles—, en vez de hacerlo con las jugosas prebendas de los políticos, no sólo perjudica particularmente a España —el país que más estudiantes de Erasmus recibe y que más envía al extranjero—, sino que inexorablemente conducirá a esta Europa cada vez más insolidaria al aislacionismo cultural, a la fragmentación interna y a la irrelevancia internacional. 

   

 

domingo, 30 de septiembre de 2012

La semana patética


Por si no supiéramos que estamos en cueros, el Gobierno presenta unos Presupuestos en los que la subida de impuestos se la come entera el pago de nuestra deuda. Eso, en el mejor de los casos. Y es que con la prima de riesgo manteniéndose por encima de los 450 puntos no hay quien aguante.

Acaba así una semana patética para la imagen de España, con miles de indignados intentando tomar el Congreso de los Diputados contra la oposición de unos esforzados cuerpos policiales. Todo ello, ante la atenta mirada de las cámaras que difunden esas escenas por el ancho mundo.

Bueno: lo de España también es otro decir, porque el Parlament de Catalunya acaba de aprobar por abrumadora mayoría una consulta popular en pro de la secesión de ese territorio.

Nada de todo eso parece perturbar demasiado a nuestra enquistada casta política, fiel a sus hábitos de defender por encima de todo sus propios intereses. Parlamentos autonómicos, como el valenciano, han practicado esta semana el ritual debate autonómico anual con los mismos argumentos de siempre del Gobierno y de la oposición, preocupados, eso sí, de que no les reduzcan sus lucrativas canonjías.

En Madrid, por su parte, en el Congreso sitiado, sus señorías han escenificado la inanidad de la comisión sobre los ERE de Andalucía con las inútiles comparecencias de Chaves y Griñán.

Y es que aquí, en el fondo, no debe estar sucediendo nada de nada, como lo evidencia Rajoy fumándose un puro en las calles de Nueva York, adonde ha ido, a falta de asuntos de mayor enjundia, a recordarles a los británicos el tema de Gibraltar.

Vivir para ver.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Crímenes impunes


La destitución de Josefina Llamas, la forense que metió la pata en el caso de José Bretón, más que tranquilizar al personal le plantea nuevas cuestiones inquietantes, dada su contrastada ineptitud: ¿cuántos crímenes habrá dejado sin resolver en sus 32 años de posibles errores forenses?

El suyo sólo es un ejemplo más de la dificultad de resolver los delitos que se cometen en nuestra sociedad.

Partimos de que en muchos crímenes hasta se ignora que se hayan producido. Luego, hace falta que se descubra a su autor. Y aún queda lo más difícil: probar su autoría, como se vio en el asesinato de Marta del Castillo. Finalmente, tenemos el conocido colapso de nuestro sistema judicial, que propicia la prescripción de los delitos y la excarcelación de sus culpables tras pasar por la prisión preventiva.

No quiero ponerme trágico ni pesimista, pero todo esto se traduce en que una mayoría de crímenes queda impune.

Mucho peor, incluso, es lo que sucede en los llamados delitos de cuello blanco. Ahí tenemos, si no, el bochornoso e inane espectáculo de la comisión de investigación sobre el saqueo de las cajas de ahorro por directivos sin escrúpulos con la complicidad evidente de nuestros políticos. Pues bien: ni uno solo de ellos ha sido encarcelado hasta la fecha.

En las escasísimas ocasiones anteriores en que altos empresarios o banqueros han sido condenados, se les ha aplicado la prescripción de sus delitos, como en el caso de Alberto Cortina y Alberto Alcocer, o han sido indultados por el Gobierno de turno, como Alfredo Sáenz Abad.

Ya ven si no es para echarse a llorar: en vez del triunfo de la justicia asistimos día a día al de la más flagrante iniquidad.

 

 

martes, 18 de septiembre de 2012

La vuelta atrás del Islam


Hace 90 años, Kemal Ataturk creó la nueva Turquía sobre las ruinas del antiguo Imperio Otomano, modernizó el país, separó la Iglesia del Estado y prohibió el uso público de los símbolos del Islam.

En 1958, Habib Burguiba dotó a Túnez de su primera Constitución democrática y moderna, en la que se equiparaban los derechos del hombre y la mujer.

Entre 1956 y 1974, varios militares árabes dieron sucesivos golpes de Estado e instauraron regímenes laicos, sometiendo los líderes religiosos al poder político. Fueron Gamal Abdel Nasser en Egipto, Muamar el Gadafi en Libia, Sadam Husein en Irak, y Hafez Al-Assad —padre del actual presidente, Bashard— en Siria.

Todos ellos se convirtieron, en mayor o menor medida, en déspotas sanguinarios merecedores de su deposición. Pero, ¿ha llegado tras ellos la democracia a sus respectivos países?

En una comparación histórica no siempre afortunada, el extremismo religioso de la Europa medieval parece haberse instalado hoy día en los países islámicos, con guerras de religión, santas inquisiciones y el sometimiento de los derechos humanos al fanatismo teológico.

¿Era eso lo esperado tras la intervención norteamericana en Irak, el derrocamiento de Gadafi con ayuda europea o la caída del tunecino Ben Alí y el egipcio Mubarak? ¿Y quién puede garantizar que se instaure la democracia a Siria después de Bashard Al-Hassad?

Las cosas no son, por consiguiente, tan sencillas como lo preveía la bienintencionada opinión pública occidental. Lo último que está ocurriendo en muchos de esos países —las violentas algaradas tras la emisión de un vídeo estúpido y malsano— no hace sino ratificar aquel aforismo de que el camino al infierno suele estar empedrado de buenas intenciones.

 

 

 

domingo, 16 de septiembre de 2012

La prescripción de Urdangarin


En vez de estarse calladito, Iñaki Urdangarin pide ahora que se consideren prescritos  sus presuntos delitos fiscales cometidos entre 2003 y 2005.

Está en su derecho, claro. Cualquier imputado también tiene el derecho procesal a mentir, aunque eso no le haga parecer más inocente a los ojos de la sociedad.

Aparte de los otros posibles delitos que se les imputan, Urdangarin y su socio deberían pagar a Hacienda por su fraude fiscal no menos de cinco millones. En momentos como éste, en que el Estado nos cruje a los demás ciudadanos con una presión fiscal de órdago, semejante cifra supone por sí misma un escándalo mayúsculo.

Y es que Urdangarin posee el raro mérito de provocar él solo más alarma social que cualquier otro sospechoso de delito alguno. Con sus tejemanejes, ha causado un cuantioso daño a la empresa que le tenía contratado, Telefónica, que ha sufrido la baja de decenas de miles de abonados, escandalizados por su sueldo millonario.

También, tras casi cuarenta años de monarquía constitucional, él solo ha erosionado la institución más que todas las campañas de los republicanos más recalcitrantes. Ya me dirán si no tiene delito el hombre.

Lamentablemente para él, el susodicho ha logrado concitar el rencor de unos ciudadanos dolidos por el derroche, la corrupción y la codicia de muchos de sus dirigentes.

Y aún habremos de ver más episodios de este culebrón procesal. Nos tememos, incluso, que la presunta modestia sobrevenida a la familia Urdangarin al dejar su mansión de Pedralbes sólo sea el preludio de la venta del inmueble para escamotearlo así a las responsabilidades civiles del imputado.

   

jueves, 6 de septiembre de 2012

El vídeo de la concejala


No he visto las tetas de la concejala de Los Yébenes ni sus prácticas masturbatorias en un vídeo que circula por la red. No lo he hecho porque no soy ningún mirón y porque la dichosa concejala puede hacer de su capa un sayo.

Sin embargo, tampoco le daría a la susodicha el Premio Nobel de la prudencia: ni a ella ni a la alcaldesa belga de Aast, que hace un año se puso a copular con su marido en el castillo de Olite creyendo que nadie los veía.

Me preocupa que haya políticos así de simples o, mismamente, tontorrones. Si muestran tan poco juicio y tan poca cordura en cuestiones de pelvis, ¿qué no harán a la hora de manejar los presupuestos municipales u otros asuntos de mayor cuantía?

Lo dicho para esas ediles vale para el diputado del PP Nacho Uriarte, detenido ebrio al volante de su automóvil, para la ex ministra Bibiana Aído destrozando el idioma al hablar de miembras, para el alcalde vallisoletano, León de la Riva, manifestando su pulsión erótica con los morritos de Leire Pajín, para el ex de Getafe Pedro Castro calificando de “tontos de los cojones” a quienes no le votaron, etcétera, etcétera.

Todas éstas son situaciones muy diversas, pero con el común denominador de la insensatez de sus protagonistas.

Claro que hay políticos mucho peores, por supuesto: los pringados en casos como el Instituto Nóos o los ERE de Andalucía, la quiebra de las cajas de ahorro, el sobrecoste de obras faraónicas, la colocación a dedo de amigos y paniaguados, el desvío de fondos hacia su partido o su propio bolsillo…

Al lado de esto, lo de la concejala Olvido Hormigos no supone nada de nada: sólo refleja cómo son los políticos en cuyas manos estamos.  

domingo, 2 de septiembre de 2012

Contra la crisis, más fraude


Mientras Grecia no tiene solución, nos dice en un reciente ensayo el periodista Petros Márkaris, un montón de griegos se beneficia de la crisis.

Su análisis, por mucho que nos duela, es aplicable a España milimétricamente.

Entre los beneficiarios del desastre están quienes se enriquecieron con el boom inmobiliario y ahora tienen su dinero a buen recaudo en paraísos fiscales. ¿Les suena eso?

Seguro que sí. Como también les sonará el chollo de decenas de miles de enchufados por los partidos políticos tradicionales en detrimento de los funcionarios de oposición. O la cantidad de agricultores que, en vez de invertir en tractores, se han gastado dudosas subvenciones de la UE en comprar BMWs y otros gastos suntuarios.

Pero lo más traumático es que, a mayor presión fiscal para cuadrar las cuentas del Estado, mayor fraude tributario por aquéllos privilegiados que pueden hacerlo. Me refiero a ese creciente número de profesionales autónomos y de empresas que facturan sin IVA, dejando de ingresar en Hacienda decenas de miles de millones.

Claro que al Gobierno le resulta más fácil penalizar a funcionarios, pensionistas y contribuyentes en general que luchar contra el fraude que supone ese 22 ó 23% de economía sumergida y sin control.

No es sólo que los defraudadores dejen de pagar el IVA, sino que esos empresarios fraudulentos también pagan en consecuencia menos impuesto de sociedades y de IRPF, en una espiral de alegre y continuado latrocinio.

Sólo con evitar tanto fraude acumulativo, no harían falta recortes, rescates ni otras cirugías sociales. Pero, ¿quién es el guapo que se atreve a poner el cascabel a ese gato?

lunes, 27 de agosto de 2012

De charanga y pandereta


La imagen predominante de España podría ser, ¿por qué no?, la de un país pujante y moderno, con la más amplia red ferroviaria de alta velocidad, un porcentaje de autovías mayor que nuestros vecinos y más aeropuertos que ellos por número de viajeros.

También, ¿por qué no?, la de un país con empresas punteras a nivel mundial en obras públicas, telecomunicaciones, hidrocarburos y, aunque parezca mentira, en el vilipendiado sector financiero. ¿Y qué no decir de nuestra medicina, una de las cuatro o cinco mejores del planeta, a la vanguardia, además, en el complejo sector del trasplante de órganos?

En vez de todo eso, las recientes noticias sobre España la convierten, a los ojos del mundo, en una especie de parque temático de todos los excesos: desde las borracheras de turistas en Lloret, hasta los muertos en festejos taurinos; desde las pancartas en la Vuelta Ciclista pidiendo la excarcelación de presos de ETA, hasta los pintorescos saqueos de Sánchez Gordillo; desde las pedorretas de los Gobiernos autonómicos al Estado, hasta la movilización por internet para asaltar el Congreso de los Diputados.

Incluso, como última anécdota, está el pitorreo de los medios de comunicación internacionales sobre la grotesca restauración del Ecce Homo.

Todo esto, qué quieren que les diga, debe encantarles a los turistas extranjeros, que están acudiendo  en mayor número que el año pasado. En cambio no parece que suceda lo mismo con las agencias de rating, el BCE, el FMI, Angela Merkel y todos aquéllos que podrían rescatarnos del abismo al que, indefectiblemente, nos acercamos un poco más cada día que pasa.   

  

viernes, 17 de agosto de 2012

No a Madrid olímpica


Ya verán cómo a Londres no le van a salir las cuentas de sus juegos olímpicos. Si no, al tiempo.

Es que semejante acontecimiento deportivo cuesta un riñón. Así, la ciudad canadiense de Montreal ha estado pagando hasta hace poco las deudas de sus juegos de 1976. Una ruina.

A Pekín, claro, le dio lo mismo endeudarse hasta las cejas hace cuatro años. Es lo que tienen las dictaduras. Además, con una población de 1.300 millones toca a muy poco por habitante. No le ocurrió lo mismo a Seúl, en 1988, o a Sidney, en 2004, que aún siguen haciendo números.

El rendimiento de unos juegos olímpicos radica en el grado de conocimiento y notoriedad que otorgan a una ciudad. Ése fue el gran éxito de Barcelona en 1992. Antes de aquella fecha no la conocía nadie y después de ella recibe turistas a gogó de todo el mundo. Además, gracias a los juegos consiguió una porrada de inversiones que modificaron definitivamente su fisonomía urbana.

Aquélla, también, era una época de vacas gordas, lo que no sucede en el caso actual de Madrid, con inversiones recientes aún por pagar y con un nivel de turismo que no mejorarían unos juegos olímpicos. Es lo que le ha pasado a Londres, donde miles de turistas han dejado de acudir este verano precisamente por el agobio olímpico.

Por eso sería una tragedia económica que se le concediesen los juegos del 2020 a Madrid. Hay ciudades a las que éstos no favorecen, por culpa de su propia inanidad turística, como Atlanta, en 1996, y otras en las que son absolutamente prescindibles, dada su notoriedad previa, como Atenas, en 2000.

Así, pues, seamos sensatos y no metamos la pata con Madrid.  

sábado, 11 de agosto de 2012

Pagar a terroristas


Los piratas de Somalía o las bandas armadas del Sahel deben tener preferencia por el secuestro de ciudadanos españoles. Saber seguro que cobrarán un rescate por ellos y, además, hecho con absoluta discreción es un auténtico chollo.

Ahí radica la madre del cordero en la polémica sobre la repatriación de cooperantes españoles, más allá de la benemérita labor que realizan en países asolados por la miseria.

Y es que el pago a terroristas, amén de constituir en sí mismo un delito, alimenta el apetito económico de los delincuentes y les provee de más armas con las que perpetrar nuevas acciones.

Lo paradójico del rescate de connacionales secuestrados en el exterior es que se hace a cargo de las arcas públicas. Es decir, es el propio Estado el que incurre de hoz y coz en la ilegalidad, colaborando con los terroristas y lo hace, por otra parte, con el dinero de todos los ciudadanos, a quienes nos convierte en cómplices involuntarios de su acción delictiva.

Eso, al margen de su calificación penal, podría entenderse cuando quien paga es un particular, ya sea la familia del secuestrado o la empresa para la que trabaja. En cambio, resulta escasamente edificante cuando lo realiza el Estado, que en todo momento y circunstancia debe ser garante de la más estricta legalidad.

Dicho lo que antecede, moleste a quien moleste, lo más ético en todo este asunto sería que aquellos ciudadanos privados que se expongan a situaciones de riesgo firmen un documento en el que explícitamente se opongan a cualquier pago por su rescate en caso de secuestro.

Así, entre otras cosas, los terroristas se lo pensarían dos veces antes de atentar contra ellos.


domingo, 5 de agosto de 2012

Deportistas de impotación


Desde hace años, todos los jugadores de la selección francesa de baloncesto, salvo el ex valencianista Nando de Colo, son negros. Lo mismo sucede con la británica, comandada por el sudanés Luol Deng.

Éstos son efectos de la nueva Europa multirracial, claro está, aunque sus proporciones étnicas no se corresponden con las existentes en sus países respectivos. 

Por lo mismo, allí donde no existen deportistas de origen foráneo que mejoren el nivel competitivo nacional, se importan. Sucede en el fútbol, en el que en algún campeonato todos los conjuntos, desde Polonia a Turquía, han tenido su jugador brasileño, incluyendo a España, con Marcos Senna.

Eso no es bueno ni malo: simplemente es. Lo mismo que la masiva irrupción de corredores africanos en el atletismo europeo, desde los tiempos de Wilson Kipketer, el mediofondista keniano nacionalizado danés.

En los Juegos Olímpicos que ahora se disputan en Londres, tenemos el caso de España, cuya delegación acoge a 23 deportistas originarios de 13 países distintos, desde Ucrania a Ecuador, pasando por la República del Congo. En algunos deportes, como el tenis de mesa, ha podido verse repetidamente la sorprendente imagen del enfrentamiento de jugadores chinos representando a países diferentes, como nuestros palistas Zhi Wen He y Yanfei Shen.

Lo paradójico del caso es que tanta dispersión geográfica y tanto exotismo no ha menguado un ápice el fervor nacionalista de los seguidores de los equipos respectivos; ni siquiera sabiendo, como se sabe, que los deportistas de importación y los records que ellos aportan se consiguen casi siempre a golpe de talonario.  

sábado, 28 de julio de 2012

¿Es de fiar UPyD?


El descrédito del PP por culpa de sus medidas contra la crisis económica y la falta de pulso del PSOE elevan las expectativas electorales de los partidos minoritarios.

Una encuesta de Sigma Dos en este mismo periódico el domingo pasado otorga al partido de Rosa Díez el 7,8% de intención de voto. Extrapolando esos resultados a la Comunidad, UPyD podría obtener hasta 6 diputados en Les Corts.

Semejante perspectiva alimenta los intereses ocultos de unos y de otros y aviva las guerras internas en una formación que en sus cinco años de vida ha vivido la estrepitosa salida de uno de sus fundadores, Mikel Buesa, y la marcha de Ana Falomir, referente del partido en la Comunidad.

Si eso ha sucedido en época de vacas flacas, podríamos decir, ahora que se avecina la bonanza electoral las cosas podrían ir a peor.

Lo cierto es que en cinco regiones UPyD está regida por gestoras nombradas por Madrid, ante los líos de las respectivas coordinadoras territoriales, y que en las Comunidades llamadas históricas no consigue implantarse: en Cataluña, porque su espacio ya está ocupado por Ciutadans, de Albert Rivera, y en Euskadi porque la labor de su único diputado autonómico, Gorka Maneiro, es perfectamente mejorable.

Lo último con lo que se han cebado algunos medios de comunicación es con que el diputado asturiano Ignacio Prendes tiene a su disposición 6 asesores nombrados a dedo. “¿Es ésta una actitud diferente a la de los partidos tradicionales, como viene pregonando Rosa Díez?”, se pregunta, dolida, una militante del partido.

La Comunidad tampoco está exenta de líos, con la confrontación a cara de perro de las sucesivas elecciones primarias. La última, en la que Eduardo Gómez ganó a Pablo Serrador en Valencia ha dejado heridas aún por cicatrizar.

A causa de estos enredos, los dirigentes del PP no temen que UPyD pueda causarles un gran daño electoral. “Además —me dice un alto cargo popular—, no tiene suficientes militantes para organizar la estructura electoral en los 542 municipios de la Comunidad”.

En efecto, pero todo eso es perfectamente subsanable y, por si acaso, otros miembros del PP se aproximan al partido de Rosa Díez, como esos 40 militantes de Alicante que ya han llamado a la puerta del concejal Fernando Llopis.

¿Accederá, sin embargo, UPyD, a lo que pudiera ser el desembarco masivo de gente de otros partidos? La filosofía de la formación se opone al transfuguismo de políticos de profesión, y hasta ahora sólo los ha admitido a cuentagotas, como es el caso del ex alcalde socialista de Alcobendas, José Caballero.

Aún falta mucho para las próximas elecciones autonómicas, pero en seguida empezaremos a ver ataques crecientes a UPyD desde la derecha, temerosa de que el nuevo partido de centro les deje sin mayoría electoral, y desde la izquierda, que pretende evitar a toda costa que los recién llegados se conviertan en gozne de una futura coalición de gobierno.

Todo esto, por cierto, sin haber mentado al fenómeno en alza de Toni Cantó, quien está realizando una brillantísima tarea parlamentaria en Madrid. Sin él al frente de la candidatura autonómica, reconocen sus rivales dentro del partido —que ya empieza a tenerlos—, las expectativas de UPyD en la Comunidad son bastantes limitadas. Con él, en cambio, las posibilidades electorales del partido se multiplican.

Así que al tanto con lo que avecina.