domingo, 27 de junio de 2010

Los viajes de Camps... y la coartada de Calatrava

Los viajes de Camps...

Los viajes de Gulliver hicieron rico y famoso a su autor, el novelista irlandés Jonathan Swift.

En cambio, los de Francisco Camps al extranjero, al igual que los de sus predecesores, Joan Lerma y Eduardo Zaplana, no parece que hayan servido para enriquecer mucho a la Comunidad Valenciana. Es más, su creciente frecuencia y la copiosa cohorte de viajeros que arrastran acaban por costarnos un pico.

Esperemos que esta vez la visita a Rusia sí consiga algún rédito, ya que aún está por saberse de qué fue el reciente viaje presidencial a Abu Dhabi y todavía se recuerda el fiasco de la visita anterior al gobernador de Nuevo México, Bill Richardson.

Por este tipo de cosas, nunca he entendido la afición de los presidentes autonómicos españoles a exhibir su palmito en el ancho mundo. Sin embargo, en la circunstancia de Camps sí que existe un dato positivo: el de que así podrá olvidar por un rato las asechanzas del caso Gürtel, lo que no es moco de pavo.

...y la coartada de Calatrava

Santiago Calatrava no necesitaba los elogios de Francisco Camps en la última sesión de control parlamentario para acreditar su genialidad.

Ésta, sin embargo, no es incompatible con el dispendio, con “las animaladas” que dice el iconoclasta Xavier Mariscal. Más bruto incluso, el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, califica al arquitecto valenciano de “pesetero del carajo”. Claro que ha sido tras perder un pleito por prolongar su puente de Zubi Zuri con una pasarela del japonés Arata Irosaki.

A la obra de Calatrava la acompañan, pues, la admiración, las dudas sobre su funcionalidad y el sobrecoste. Que se lo pregunten, si no, a otro alcalde, el neoyorquino Michael Bloomberg: la estación intermodal de la Zona Cero estará a destiempo, inconclusa y mucho más cara de lo previsto.

O sea, que argumentar que los costes de CACSA y otros más son “confidenciales” o de “exclusivo uso interno”, como justifica a su vez Gerardo Camps, no es más que un sarcasmo y un engaño a los ciudadanos.

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