viernes, 18 de junio de 2010

Todo se retrasa

Lo último es que las obras al acceso norte por el Helmántico aún siguen sin estar licitadas. Y el asunto no tiene visos de tirar hacia delante tras la fallida de la empresa adjudicataria. Lo mismo le sucede al tramo fronterizo de la N-620. Y hasta al acceso sur, junto al cuartel de la Guardia Civil.

Todo lo que no se haya realizado en su día corre el riesgo, como se ve, de quedar pendiente hasta el día del Juicio Final.
Y es que ahora no hay un duro, claro. Pero cuando todavía lo había, las cosas tampoco se hicieron en los plazos previstos debido a la incuria de las autoridades, a los erráticos cambios de criterio de los responsables políticos y a la demagogia de las promesas electorales. ¿Se acuerdan de que el non nato Centro de Recepción de Turistas estaba previsto inicialmente para 2002? ¿Y qué ha pasado con el de la Memoria Histórica, con cuatro años de retraso y los que aún le caerán encima? ¿Y el Museo de Arquitectura? ¿Y el Parador de Béjar?
Todos ellos, claro, son casos diferentes, con responsables distintos y con disculpas variadas: desde cambios de ubicación de las obras hasta modificación de los proyectos, pasando por sobrecostes, suspensiones de pagos por parte de las empresas adjudicatarias,… Pero su común denominador es el mismo: retraso por irresponsable dejadez de los poderes públicos.
Bueno, pues atémonos los machos, porque lo que no se haya hecho hasta ahora puede tardar más de una década en realizarse, así de mal están las cosas.
Y a nivel municipal ni les cuento. El ex ministro del PP Manuel Pimentel lo advertía el otro día en una entrevista en el periódico O Xornal: “En los ayuntamientos habrá un desbarajuste financiero a corto plazo”. ¡Vaya por Dios! Otro que también lo ha dicho alto y claro es el conseller valenciano Rafael Blasco, al abogar por fusionar o suprimir ayuntamientos, como ha hecho Grecia, para así ahorrarnos dinero y mantener las prestaciones.
Claro que, por mal que estemos en Salamanca, si nos uniésemos a Madrid acabaríamos en la quiebra y de hacerlo con Barcelona nos convertiríamos en la capital de las putas, okupas y drogatas. O sea, que mejor nos quedamos como estamos.

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