domingo, 6 de junio de 2010

Los mejores emigran

En estos dos últimos años de crisis económica han emigrado 120.000 españoles. Hasta esa fecha, el fenómeno había sido el contrario: la recepción de una avalancha de inmigrantes, poco o nada capacitados, merced a una miope política de papeles para todos. Ahora, en cambio, el perfil de nuestros emigrantes es el de jóvenes entre 25 y 35 años, profesionales con estudios y altamente cualificados.

O sea, que la productividad resultante de nuestra fuerza de trabajo desciende necesariamente.
Además, ya no sucede como antaño, en que sólo abandonaban el país los jóvenes investigadores carentes de medios en España. Es más, para impedirlo, José María Aznar propició hace quince años una efímera operación retorno de cerebros fugados y que nos permitió recuperar, por ejemplo, y sólo en el ámbito de la oncología, a Mariano Barbacid, Eugenio Santos o Joan Massagué.
Pero ahora no es que huyan solamente los científicos, atraídos por las altas posibilidades de I+D+i en el Reino Unido, Alemania o Estados Unidos, sino que la diáspora se ha extendido a otros profesionales, como economistas, ingenieros o sociólogos. Muchos de ellos aprovechan becas para estudios de postgrado en el extranjero y, mediante la formación y los contactos adquiridos, acaban fichando por empresas multinacionales.
Se trata, pues, de un empobrecimiento nacional colectivo cuyas consecuencias se verán en el próximo futuro. A escala europea ya lo ha advertido el grupo de sabios que preside Felipe González: tenemos que competir por captar inmigrantes cualificados, como hacen Canadá, Australia y Estados Unidos, o simplemente nos quedaremos para vestir santos.

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