viernes, 4 de junio de 2010

El noroeste peninsular

Siempre he dicho que Salamanca está camino de ninguna parte. No se trata de una alusión despectiva, sino de una simple comprobación geográfica: la gente viene porque sí o no viene.

Por eso, si nos juntamos muchos que estamos al final de la ruta, acabaremos por ser destino obligado del camino. Ése es el sentido de la macrorregión que van a formar Castilla y León, Galicia y el norte de Portugal.

Curiosamente, lo menos homogéneo de ese conglomerado de 9,2 millones de habitantes —más que muchos países de Europa— somos los castellanos y leoneses. Por ejemplo: ¿qué tienen que ver con Salamanca los burgaleses, más próximos al País Vasco o a Cantabria que a nosotros? Si me apuran, compartimos más historia, más cultura y más intereses con Viseu o con Cáceres que con el norte de nuestra propia región.

Pero qué quieren que les diga: quienes tenemos cierta edad recordamos los remiendos geográficos que hubo de hacerse durante la Transición para inventar unas comunidades autónomas que justificasen así el hecho diferencial de Euskadi y de Cataluña, donde realmente radicaba la madre del cordero.
En el caso que ahora nos ocupa, nuestra unión con Galicia y el norte de Portugal nos proporciona una fortaleza de mercado y de estructuras que cada uno de sus miembros no tendría por separado. Permitirá, por lo que nos cuentan, presentar proyectos conjuntos a la UE con los que obtener fondos europeos de cohesión que no lograríamos de otra manera. Las modestas cinco áreas de promoción conjunta —cultura, universidad, medio ambiente, empleo y automoción— muestran bien a las claras las carencias y la debilidad económica de la nueva macrorregión.
La otra evidencia es la necesidad de más y de mejores comunicaciones con Portugal, desde las turísticas, como el viejo tren de La Fregeneda a partir de La Fuente de San Esteban, a las funcionales, como el pospuesto TAV entre Salamanca y Aveiro. Pero con la crisis, claro, los proyectos tornan al cajón del olvido. El único consuelo de la dichosa crisis, sin embargo, es que nos fuerza a ser más imaginativos y audaces: la nueva macrorregión en marcha es el mejor ejemplo posible de ello.

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