martes, 29 de junio de 2010

Cómo se consigue un empleo

La reforma laboral abaratará el despido. Seguro. No es tan evidente, en cambio, que sirva para reducir el paro, entre otras razones, por la anquilosada estructura del Inem, convertido en mero dispensador de subsidios de desempleo.

En más de cuarenta años de vida laboral, me he visto abocado al paro en tres ocasiones. Pues bien: en todas ellas logré un nuevo empleo por mí mismo; el Inem ni me hizo ofertas, ni evaluó mi competencia profesional, ni me ofreció cursos, ni intentó reciclarme ni nada de nada. Supongo que mi caso no es la excepción, sino la norma.

Pero es que en este país las cosas siempre han funcionado así. Y así nos va.

Lo importante no es la capacitación laboral o el mérito profesional, sino el amiguismo: tener una buena recomendación sale más a cuenta que estudiar una carrera o presentarse a una oposición.
Me lo hizo ver una pareja de emigrantes asturianos que regentaba un modestísimo bar en República Dominicana cuando yo me iniciaba en esto del periodismo: “Sólo tenemos una hija —me dijo la mujer—, pero está estudiando en Suiza”. Ante mi perplejidad, añadió: “A nosotros no nos queda dinero ni para comer, pero queremos que nuestra niña se relacione en un colegio caro y que tenga así compañeros que le den un buen trabajo el día de mañana”.

A eso se le llama visión de futuro.

Lo peor es que ese sistema se ha generalizado y ya causa estragos hasta en nuestra clase política. Como decía un personaje público catalán esta misma semana: “Ahora la gente obtiene los cargos políticos por enchufe, no hay más que ver el nivel de estudios de los consellers y de los ministros”.

Pues eso.

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