martes, 19 de octubre de 2010

Los planes de Jorge Alarte

Dice el refrán que quien no se consuela es porque no quiere. Algo de eso le sucede al líder socialista, Jorge Alarte, ante las encuestas que pronostican una severa derrota del PSPV-PSOE en las próximas elecciones autonómicas. Su lenitivo es que sólo un uno por ciento más de valencianos (40%) prefiere como presidente de la Generalitat a Francisco Camps que a él (39%).


Magro consuelo para alguien quien, a sus 37 años —los cumple el próximo martes, día 19—, aún no ha perdido ninguna elección, ni a la alcaldía de Alaquàs ni a la secretaría general de su partido.


Por esa adversidad constante de los sondeos, por su falta de presencia en Les Corts —Joan Ignasi Pla no le incluyó deliberadamente en las listas de diputados autonómicos en 2007— y por resultar aún un perfecto desconocido —sólo sabe quién es el 22% de los electores—, tuvo muy claro desde su elección como secretario general del PSPV-PSOE hace dos años que su horizonte eran las elecciones autonómicas de 2015.


Y es que la política —que se lo pregunten a Mariano Rajoy— es un proceso lento y sostenido, cuyos frutos se obtienen a medio plazo.


En este caminar concienzudo, sosegado y perseverante —durante el que aprovechó para poner orden en su díscolo partido, que falta hacía— se cruzó de improviso en su camino el caso Gürtel, que salpicó al PP con su presidente al frente, y le hizo precipitarse en su estrategia. Craso error: todas las diatribas que desde entonces, semana tras semana, lanza el portavoz socialista, Ángel Luna, desde la tribuna de Les Corts rebotan en una opinión pública anestesiada ante los escándalos.


Si elegir este monotema de oposición es un fallo atribuible al líder del PSPV, peor ha sido la zancadilla ajena, la causada por el derrumbe de la credibilidad de Rodríguez Zapatero quien, al decir de alguno de sus próximos, “últimamente, cada vez que abre la boca mete la pata”.


Por eso, cuando el pasado mes de mayo Jorge Alarte se las prometía muy felices —el día 11 presentó un ambicioso plan para regenerar la economía valenciana y el día 12 el Tribunal Supremo mandó reabrir el caso de los trajes de Camps—, resulta que el día 13 Zapatero presentó una brutal panoplia de recortes a funcionarios, pensionistas e inversiones públicas. La debacle.


A partir de entonces, lo mejor que se les ocurre a muchos barones socialistas, con el manchego José María Barreda al frente, es distanciarse lo más posible del desprestigiado ZP.


En eso está, más por convicción que por conveniencia, Jorge Alarte, con un programa valencianista propio, reivindicativo ante el Gobierno central en temas de financiación, trasvase Tajo-Segura, Estatuto castellano-manchego,… que, al margen de su mayor o menor bondad, encuentra amplias dificultades de divulgación dada la sistemática hostilidad, cuando no el ominoso silenciamiento, de algunos medios de comunicación, con Canal Nou a la cabeza. Si eso se producía ya de manera sistemática en tiempos de Pedro García, con su sucesor, López Jaraba, esa política ha alcanzado niveles de virtuosismo.


Dados los deméritos propios y las trabas ajenas, incluido el aludido descrédito de Zapatero, parece descartada una victoria del PSPV el próximo mayo. Algo parecido le ocurrirá probablemente al PSOE en la mayoría de comunidades autónomas. Si los resultados del PSPV son peores que la media del socialismo en el resto de España, adiós al proyecto Alarte. Si, en cambio, quedasen por encima —contando, además, con los temas judiciales aún pendientes—, el asalto de Jorge Alarte al Palau de la Generalitat en 2015 no sería ninguna quimera.

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