sábado, 16 de octubre de 2010

El impresentable Willy Toledo

Como ustedes saben, Willy (Guillermo) Toledo es actor, y no malo, precisamente. En los interludios, en vez de jugar a la petanca o al Monopoly, como otros, se dedica al activismo político. La última vez éste le ha llevado al Sahara, con 16 compatriotas más, para armársela al régimen marroquí ocupante de aquel territorio. Al parecer, y según su testimonio, la policía de Mohamed VI les ha zurrado la badana aunque, por suerte, sin dejarles tirados en ninguna lóbrega mazmorra. ¡Qué menos les podía pasar sabiendo cómo se las monta el sultán!
Lo bueno del caso, es que el actor de marras a quien echa la culpa es al Gobierno español, por no haber enviado un par de F-16 a buscarles. ¡La leche!

Resulta que mientras el Estado ahorra hasta en las pensiones de los pobres jubilados y reduce el sueldo a los funcionarios habría tenido que gastarse un pastón a cuenta del turismo revolucionario del señor Toledo y sus cuates. Y eso que ellos van de progres, presumiendo de igualitarismo y demás gárgaras. Claro que, acostumbrados a vivir de las subvenciones públicas, principal fuente de ingresos del mundo de la farándula de este país, volar en un carísimo caza supersónico debe parecerles una bagatela.

Hemos perdido los papeles. No sólo porque hay que rescatar con nuestros impuestos a temerarios escaladores del Anapurna o a turistas perdidos en el desierto, sino porque el Gobierno suele pagar cuantiosos rescates a piratas somalíes o a quienes secuestran a imprudentes cooperantes que acaban por confraternizar con sus captores. O sea, que el Estado nos lo solucione todo, hasta lo causado por nuestra osadía, insensatez o descuido.

Lo bueno del caso es que el señor Toledo protagonizó hace poco una cerrada defensa del régimen de Cuba, justificando que la dictadura castrista dejase morir en su huelga de hambre al disidente Orlando Zapata, “delincuente”, según nuestro actor.

Me gustaría que Willy Toledo fuese coherente consigo mismo y sus presuntas causas solidarias yendo a la isla caribeña para visitar a los presos políticos de aquel régimen y montase un show público exigiendo la libertad de todos los detenidos por delitos de opinión. Tras la reacción policial consiguiente, seguro que echaría de menos la actitud de las autoridades marroquíes. Además, no podría pedir la llegada de F-16 para llevarlo de vuelta a casa porque de las cárceles cubanas no se sale así como así.

Claro que eso jamás se le ocurriría hacerlo a nuestro actor porque, además de sectario, que lo es, y mucho, lo que no parece es que sea idiota.

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