lunes, 4 de octubre de 2010

Los "jóvenes" de Barcelona

Para empezar no son tan jóvenes: algunos llevan más de una década practicando un vandalismo lúdico y sistemático. Me refiero a esa amalgama de gentes antisistema, okupas, antifascistas, independentistas radicales,…


Para ejercitar la violencia lo mismo les da la huelga del miércoles que un triunfo del Barça o el desalojo de una vivienda ocupada ilegalmente. Viven en una sociedad paralela, sin trabajo ni expectativas, en un presente continuado de marginación, frustración y rabia frente al orden establecido.


Son el resultado de ese 40 por ciento de paro juvenil en España —el doble que en Europa— que no lleva camino de remitir en muchos años. En Barcelona afloran más que en otros pagos dado el carácter cosmopolita y fronterizo de la urbe y por la desatención de unas autoridades más dedicadas a tareas identitarias que a dotar de esperanzas a toda una generación perdida.


Nadie ha malgastado ni un segundo de su tiempo con estos jóvenes: los sindicatos porque, claro, no son trabajadores; los políticos porque ya utilizan sus presupuestos en contratar asesores, financiar asociaciones a cuál más peregrina y untar a paniaguados varios. ¿Saben que sólo a la expo de Shanghai han viajado con cargo a nuestros impuestos centenares de cargos públicos, consejeros, periodistas y otros invitados por importe de millones de euros?


Ante todo esto, la llamada reforma laboral se ha quedado tímida. El ignorar tozudamente la realidad sólo va a conseguir que los problemas se perpetúen y que cada vez más jóvenes lleguen prematuramente a viejos, dilapidando su vida en un ocio forzoso y una violencia creciente.

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