domingo, 13 de marzo de 2011

Portugal, peor que nosotros

No recuerdo, en ningún viaje anterior, a los portugueses tan deprimidos como ahora. Este fin de semana, en varias ciudades del país, comienzan las protestas juveniles de la autodenominada generación basura. Y seguirán.

El desánimo en la calle es tal que se magnifican los casos de corrupción política, no tan abundantes como en España, y se piensa que ambos países, junto a Grecia e Irlanda, estarían mejor fuera de la zona euro que dentro de ella.

Todo eso a pesar de que el paro sólo es del 11,2%, la mitad que el nuestro, y que entre los jóvenes asciende al 21,2%, también la mitad del de sus homólogos españoles.

Aun así, la percepción es que la última ha sido “una década perdida”, en palabras de Cavaco Silva al jurar este miércoles un nuevo mandato presidencial. La sensación generalizada es que las ayudas de la UE han servido para “grandes inversiones que no podemos financiar” y para un exacerbado consumo privado a costa de la productividad, de la regeneración industrial y del empleo.

Un desastre, vamos, con una ingente deuda exterior que el país no puede afrontar, un recorte drástico de ingresos y de prestaciones sociales e incipientes actos de protesta ,como la interrupción en Viseu del discurso del primer ministro, José Sócrates, por una decena de jóvenes airados.

Ese creciente cabreo generalizado es lo que pretende evitar entre nosotros, a golpe de improvisadas subvenciones, Rodríguez Zapatero. Claro que, como decía un sociólogo portugués esta misma semana, “con excepción de ciertos privilegiados, en la basura ya estamos todos”.

Mientras tanto, nuestros políticos siguen sin inmutarse.

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