viernes, 11 de marzo de 2011

Asesores y otros plumíferos

Lo que más llamó mi atención cuando hice mi aterrizaje periodístico en Valencia fue el frondoso aparato informativo y de propaganda de la Generalitat.

Semejante derroche de medios y su minuciosa y persistente atención a cualquier acontecimiento político era algo inusual en la Barcelona o en el Madrid de aquella época, incluidos los gabinetes de prensa de los distintos ministerios.

Para recordar algo parecido mi memoria tiene que remontarse a la visita que hice al Departamento de Estado norteamericano. Su titular, George Shultz —al igual que hoy día su sucesora en el cargo, Hillary Clinton—, recibía a primerísima hora de la mañana un dossier pormenorizado de todo lo que sucedía en el mundo.

Claro que el responsable de la política exterior de Washington se somete diariamente al escrutinio despiadado de los periodistas y debe estar preparado para afrontar cualquier cuestión que se le plantee. Justo lo contrario de lo que ocurre aquí, donde Francisco Camps no suele prodigar sus comparecencias y menos con barra libre de preguntas.

Por eso, lo primero que me pregunté al oírle que proyecta reducir a 10 el número de consellerías y a ahorrar así un 25% del gasto en asesores fue: ¿adelgazará también la nutrida nómina de escribientes oficiales?

Me temo que no. Según cálculos, son 110 las personas fijas o contratadas que trabajan bajo la dependencia de la eficacísima secretaria de Comunicación, Nuria Romeral, y la no menos eficiente directora general Cristina Albamonte.

A esa plantilla habría que añadir un número menor, pero nada desdeñable, de comunicadores ubicados en distintas consellerías, empresas públicas y otros entes oficiales.

Todos ellos, en una sutil e imprecisa frontera entre lo institucional y lo partidista —del PP, se entiende—, no sólo aportan a los medios valencianos noticias y desmentidos, convocatorias y opiniones, sino que ofrecen también argumentaciones completas, sencillas y detalladas, a fin de que los periodistas no necesiten estudiar cada acontecimiento, sino que puedan publicarlo tal cual lo reciben, con la orientación precisa dada por su autor.

Este esquema informativo, al que por supuesto se someten también los cargos públicos del partido y funcionarios de alto rango, no sea que interfieran con su propio criterio la doctrina oficial, es algo envidiado y envidiable dado su éxito disciplinario y su rédito político. Por ello, ha sido copiado con más o menos fortuna por las diputaciones provinciales y por los grandes ayuntamientos.

Un ejemplo, banal, si se quiere, es el de José Joaquín Ripoll en Alicante. Se encuentra un día con que la periodista Vea Reig se ha quedado sin trabajo. Para no perder la oportunidad de contar con tan excelente profesional, le crea un cargo ad hoc en su gabinete y la ficha al día siguiente.

Éstas han sido prácticas habituales de unos y de otros en la época de vacas gordas. ¿Van a cambiar tan acendrados hábitos en esta época de crisis? Ojalá. Pero la tentación de seguir moldeando la opinión pública es tan grande que me temo antes se ahorrará de otras partidas que de este gigantesco aparato de comunicación que no tiene parangón con ninguna empresa privada que yo conozca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario