miércoles, 9 de marzo de 2011

O renovarse o morir

Al final, Jorge Alarte ha tenido muchos más redaños de lo que sospechaban sus adversarios dentro del PSPV-PSOE y ha renovado en un 77% las listas de candidatos a Les Corts.

No ha sido el único, por supuesto, que ha efectuado una limpieza, si no étnica, sí generacional, ideológica y de hábitos entre los aspirantes a diputados autonómicos. El secretario general del PSOE en Castilla y León, Óscar López, también de 37 años y niño mimado de Rodríguez Zapatero, ha hecho otro tanto. Incluso ha osado apear al histórico salmantino Emilio Melero, que llevaba más de 30 años en el machito.

Pero Alarte ha ido, quizá, más lejos. El hemiciclo de Les Corts no verá ya los rostros de Ximo Puig, Joan Ignasi Pla, Toni Such, Isabel Escudero,... que parecían tan connaturales al paisaje como los mismos escaños parlamentarios.

Se rompe así con la inercia establecida, tanto en el gobierno como en la oposición, hacia el profesionalismo y la continuidad de los mandatarios públicos, en vez de considerar su actividad como algo temporal y estrictamente representativo.

Ese aferramiento al cargo es uno de los motivos de desafección de los ciudadanos hacia sus representantes políticos. Lo venía a recordar en estas páginas Pere Mayor, quien no hace mucho fue secretario general del Bloc Nacionalista. Claro que él tiene cualidades de sobra para vivir al margen de la política, algo por desgracia no demasiado frecuente. Los casos de los socialistas Antonio Asunción, Manuel Mata y unos pocos más ratifican lo excepcional del fenómeno y explican los celos de quienes carecen de su capacidad profesional.

Se comprende, entonces, que por fas o por nefas aquí no deja el cargo nadie, aunque le cojan con las manos en la masa. ¿Se imaginan que en España, donde no dimiten ni los imputados por corrupción, se retirara alguien, como el ministro alemán K.T. Guttemberg, tras haber sido denunciado por la simple copia de una tesis doctoral? Es más, la semana pasada se descubrió el plagio realizado por un periodista de El País y el hombre justificó el calco literal de párrafos enteros como mera labor de documentación.

Es en este contexto social en el que hay que situar la quirúrgica renovación parlamentaria de Jorge Alarte: en él y en su creencia de que no va a ganar las próximas elecciones autonómicas y de qué mejor oportunidad, por consiguiente, para colocar a gente de su confianza con la que encarar el futuro en vez de otros que le tratarían de descabalgar a las primeras de cambio.

La convicción de la derrota la comparten otros dirigentes socialistas, por ejemplo los madrileños. Sean amigos de Zapatero, como Jaime Lissavetzky, o enemigos suyos, como Tomás Gómez, prescinden todos ellos en sus campañas de la imagen del otrora líder carismático y hasta de las siglas del propio partido.

Es que, puestos a perder, habrán pensado, mejor hacerlo por méritos propios que por deméritos del entorno. Y, de paso, ya que el ambiente presagia derrota, más vale desprenderse de la ganga del pasado y rodearse de gente aún sin malear, capaz de mostrar ilusión hasta en el fracaso. Se trata, pues, de aquel viejo aforismo: o renovarse o morir.

Éste parece el plan elaborado por Jorge Alarte: dado que la derrota electoral se da por supuesta, contar al menos con mimbres parlamentarios con los que presentar batalla en 2015. Tal era el escenario inicial que contemplaba cuando él llegó a la secretaría general del PSPV-PSOE en 2008.

Luego, claro, aparecieron el caso Gürtel, el declive de ZP y demás variables que no han hecho más que enturbiar el panorama.

No hay comentarios:

Publicar un comentario