viernes, 18 de marzo de 2011

La política del avestruz

“Ante la crisis económica actual no estamos respondiendo ni con una política restrictiva, ni con otra expansiva —me dice un colega economista por el que siento particular respeto—, sino que practicamos la del avestruz, o sea, esconder la cabeza”.

La frase viene a cuento por la última rebaja en la solvencia económica de la Generalitat decretada por la agencia Moody's.

“En vez de hacer un plan económico y financiero veraz a diez o quince años, el que sea, el conseller Gerardo Camps se dedica a trampear con las cuentas del día a día, como si ignorase que cada vez nos sale más caro endeudarnos, con lo que así se vuelve a agravar nuestra necesidad de deuda pública”.

Eso es exactamente lo que piensan Moody's y las demás agencias de calificación de riesgos: que nuestra Comunidad y el resto de las autonomías españolas no reducirán ni de coña este año el déficit público al 1,3% del PIB, como está planteado, puesto que el año pasado lo dejaron en el 3,47%, en vez del 2,4% previsto.

Todo esto se debe a que nuestros políticos no planifican más allá de su próximo compromiso electoral. Si lo hicieran, a nadie se le habría ocurrido un aeropuerto en Castellón cuando no resultan rentables 39 de los 48 que existen en España, incluyendo el de Manises, que el último año tuvo unas pérdidas de 1,21 millones.

Esa desmesura de toda clase de inversiones durante las vacas gordas incluye a las universidades, que han proliferado a la par que disminuía su calidad docente. Ayer mismo, un catedrático de la Universidad de Barcelona, Víctor Climent, urgía a “reflexionar sobre la necesidad de que existan tantos campus de carácter generalista y tan pocos especializados”, a fin de poder mejorar el nivel de la universidad.

Pero, ¿a quién se le va a ocurrir una reflexión semejante en nuestra Comunidad cuando somos la peor de España en todos los baremos de enseñanza primaria y secundaria? ¿Cómo vamos a regenerar, pues, la universidad si antes no somos capaces de arreglar el desastre de nuestros colegios?

Para mayor inri, ya no nos queda un duro ni la voluntad política de recortar gastos superfluos. Al revés: hasta la reforma del Estatut de Autonomía que con esmero ha elaborado el conseller Serafín Castellano no tiene otro objetivo inmediato que conseguir más financiación para la Comunidad.

Por otra parte, ¿de dónde demonios recortar? No puede ser en gastos sociales, ya que jurídicamente nos han sido transferidos por el Estado y condicionan casi el 80% de nuestro presupuesto. ¿Y del mantenimiento de obras públicas suntuarias, desde la Ciudad de la Luz hasta el Palau del Arts? Difícil contener esa sangría debido a su impacto político. Lo mismo ocurre con otras instituciones dispendiosas Como Canal 9, esqueleto del aparato de propaganda oficial y que nos cuesta a cada valenciano 128 euros anuales, tanto si vemos su programación como si no.

Si acaso, como efecto simbólico, se llegará a eliminar alguno de los 11.000 móviles y los casi 800 coches oficiales existentes.

Pero, de momento, insisto, la política preferida parece ser la de esconder la cabeza hasta que escampe, sin hacer gran cosa para paliar los nocivos efectos de la que está cayendo.

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