domingo, 5 de septiembre de 2010

Presidentes y ex presidentes

Los ex presidentes europeos se aplican ávidamente a ganar dinero, como el alemán Gerhard Schröder, al servicio de la multinacional rusa Gazprom, o Tony Blair, quien aprovecha su lucrativo libro de memorias para poner a caldo a su sucesor y correligionario Gordon Brown.

En el mejor de los casos, estos jubilados de postín se dedican a un discreto y placentero retiro, como Helmut Köhl o Jacques Chirac, y en peor, como sucede con José María Aznar, a crear problemas políticos a compatriotas suyos: no sólo a Rodríguez Zapatero, rival ideológico al fin y al cabo, sino también a su propio ungido y discípulo, Mariano Rajoy.

A diferencia de los norteamericanos, casi ningún ex presidente europeo consagra su tiempo a altruistas misiones al servicio de su país y, si cabe, de la humanidad entera. Ahí tenemos, si no, a Jimmy Carter, rescatando a un compatriota preso en Corea del Norte tras haber realizado docenas de acciones más o menos discutibles.

Lo mismo podría decirse de Bill Clinton, enviado especial de la ONU para coordinar la ayuda internacional a Haití, como lo fue hace cinco años a los países asiáticos asolados por el tsunami.

Por ese acusado sentido de la solidaridad y de la corresponsabilidad, no es extraño que al anunciar la retirada norteamericana de Irak Barak Obama haya ponderado públicamente los esfuerzos y el patriotismo de George Bush en esa guerra.

Y es que, al margen de lo que cada uno piense, todos ellos creen que reman en el mismo barco y que lo importante es que éste vaya siempre hacia delante.

Eso es justo, justo, lo contrario de lo que ocurre aquí.

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