viernes, 10 de septiembre de 2010

Cajas, incompatibilidad y otras vergüenzas

Pues qué bien que Santos Llamas no pueda presidir la nueva Caja Duero-España.

No lo digo porque uno tenga nada contra ese señor, a diferencia de lo que le sucede al PP, que le ha puesto la cruz y la raya. Lo que me parece de cajón es que nadie que deba dinero a una caja de ahorros pueda presidirla, ya que siempre quedaría la sospecha de que si Santos Llamas no hubiese mandado en Caja España a lo mejor ésta no le habría prestado 80 millones.

Y es que las cajas, que siempre han estado politizadas hasta las cachas, han manejado alegremente un dinero que no era de sus directivos, sino de sus impositores.

En primer lugar, y eso que es pecata minuta, han mostrado una espléndida largueza con sus consejeros y demás directivos, incluso hasta llevar a las entidades a la bancarrota, como ocurrió con Caja Sur. El presidente de una de ellas, quien llegó al cargo sin tener un duro, gracias al préstamo de un millón de euros y a la información privilegiada obtenida en su nuevo puesto, pudo luego operar en la bolsa y ahora es multimillonario.

Hay otros casos bien visibles y notorios de incompetencia cuando no de irresponsabilidad al frente de estas entidades, como son los créditos concedidos por Caja Castilla-La Mancha al quebrado aeropuerto de Ciudad Real. Algo similar podría decirse de Bancaja, con unos dineros invertidos en Terra Mítica y unos préstamos otorgados al Valencia C.F. de muy difícil cobro.

Todo eso, sin embargo, no es nada en comparación con el impago de 26,5 millones por el presidente de la CEOE, Díaz Ferrán, a Caja Madrid, entidad de la que era consejero cuando el generoso crédito. Aun tiene menos pase la condonación por La Caixa de 8 millones al partido socialista catalán de José Montilla.

Como se ve, es mucha la suciedad acumulada bajo las mullidas alfombras de nuestras entidades de ahorros. Así que, al margen de que la incompatibilidad establecida por la Junta sea para beneficiar a unos en perjuicio de otros, bienvenida sea ésta.

Y sólo deseo que haya más leyes parecidas con las que poder limpiar, por fin, las cajas de ahorros.

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