sábado, 18 de septiembre de 2010

Gracias a los extranjeros

Se dice que Europa no la han edificado las instituciones de Bruselas, sino la Champion’s League y las becas Erasmus (u orgasmus, según los entendidos en ardores juveniles).

Es verdad. Ambos acontecimientos han creado un tráfago de estudiantes y de futbolistas, un acervo cultural común (¿quién no conoce a Cristiano Ronaldo, Ribéry, Rooney o Sneijder?) y una mayor competencia en idiomas de los menores de 25 años.

En esto, mírese por dónde, nuestra modesta Salamanca ha tenido suerte. No en lo del fútbol, obviamente, porque seguimos donde estábamos, sino en la atracción de universitarios. Si no fuese por los extranjeros, la Universidad de Salamanca se iría despoblando poco a poco. Pero, a Dios gracias, nuestra ciudad les parece a los foráneos un lugar estupendo donde estudiar: no sólo es la que más alumnos extranjeros recibe de las de Castilla y León, sino que también es la que tiene mayor proporción de entradas que de salidas de nuestros jóvenes al exterior.

O sea, que de no ser por los venidos allende nuestras fronteras nos quedaríamos, académicamente hablando, para vestir santos.

No resulta un tema baladí ya que, si queremos progresar por ese camino (y no parece haber ningún otro), Salamanca debería internacionalizarse: no sólo ser la capital del castellano, puesto para el que padece una feroz competencia de otros lares, sino también la capital del inglés en España. ¿Cómo es que en una ciudad con tantos estudiantes guiris por la calle nuestros paisanos no son capaces de hablar con ellos en inglés? ¿O es que somos todos como Rodríguez Zapatero, el único presidente europeo que precisa un pinganillo de traducción para enterarse de lo que dicen sus colegas?

Vengo de un viaje a Frankfurt donde en el Banco Central Europeo, la Agencia Espacial y otras instituciones todo quisque habla en inglés. También en la calle una mayoría de personas te entiende en ese idioma. ¿Y por qué no aquí? Si pretendemos convertirnos en una ciudad de referencia en cultura, servicios y ocio, no nos quedará otra que darles facilidades a los foráneos.

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