jueves, 29 de julio de 2010

Camps, "candidato perfecto"

Francisco Camps no es el “candidato perfecto” para encabezar la lista del PP en las elecciones autonómicas, a pesar de que lo digan así Esteban González Pons y, con el mismo énfasis pero con menos contundencia, Mariano Rajoy.
Sí que lo era antes de surgir el rocambolesco caso Gürtel y de que se evidenciara la “amistad del alma” del presidente con Álvaro Pérez, El Bigotes, jefe de la trama corrupta en la Comunidad. Desde entonces, y pese a sus indudables méritos políticos, se ha ganado la enemistad de bastantes dirigentes nacionales de su partido, empezando por su secretaria general, María Dolores de Cospedal. Al parecer, ésta jamás le perdonará a Camps el que la toreara la noche en que le exigió y no consiguió la dimisión inmediata de Ricardo Costa, entonces fidelísimo escudero del presidente.
Pero, aunque ya no sea el candidato perfecto, Paco Camps sí que parece en cambio el “candidato inevitable”. Me explicaré.
El presidente de la Generalitat, convencido de su honradez, está empeñado a toda costa en repetir en el cargo, “en culminar el proyecto político”, en palabras de uno de sus colaboradores más próximos, aunque nadie sepa explicar a ciencia cierta en qué consiste ese proyecto. Su decisión está avalada por Rita Barberá, quien se ha dejado hasta las pestañas en Madrid defendiendo al presidente. Las encuestas, además, resultan concluyentes: el PP confirmaría su mayoría absoluta parlamentaria con Camps al frente, merced al descrédito de Rodríguez Zapatero en nuestra comunidad. ¿Para qué abrir, pues, un frente interno de conflicto en el partido si la victoria parece asegurada?
Este argumento ha acallado al creciente grupo opositor a Camps en la calle Génova. Su único temor ahora es que el presidente valenciano tenga que sentarse en el banquillo dentro de año y medio, en vísperas de lanzarse Mariano Rajoy al asalto electoral de La Moncloa. “Si tal cosa llegase a suceder, sus efectos podrían ser demoledores”, dice, casi en un murmullo, uno de los disconformes con Camps.
En cualquier caso, la suerte está echada y casi nadie duda ya que Francisco Camps repetirá como candidato. Para ponerlo de manifiesto, el entorno del presidente ha organizado para pasado mañana un acto de “despedida de curso” que no es otra cosa, en el fondo, que un homenaje público a Camps.
Otro elemento de confianza de los campsistas es el reciente respaldo del socialista José Blanco a la candidatura de Jorge Alarte. “Con él como oponente —me dicen en el entorno inmediato de Camps—, nuestra victoria está más que asegurada. No sólo es un perfecto desconocido, sino que los pocos que lo conocen opinan que su gestión política ha resultado desastrosa”.
Con esa percepción, el optimismo que se respira en el Palau de la Generalitat no es nada ficticio. Además, durante estos años de poder, Camps ha construido un partido a su medida, con personas fieles que le deben su presente político y, lo que es más importante, su futuro. Sólo con la excepción del agraviado alicantinismo de Pitu Ripoll —ahora también tocado en su línea de flotación—, el PPCV marcha como un ejército disciplinado a la voz de mando de su líder.

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