martes, 14 de junio de 2011

La marca "España"


¡Menuda la ha armado el pobre pepino almeriense! Mejor dicho, menuda la ha organizado Alemania al atribuirle falsamente el origen de la bacteria asesina E.coli.


Con lo mucho que cuesta labrar el prestigio de un país, basta un rumor infundado para echarlo por los suelos. Resulta que el triunfo del Barça en la Champions había robustecido la imagen de España en Europa hace pocos días. Pues bien: la siniestra historia de nuestra inocente hortaliza acaba de hacerla polvo, según una última encuesta.


Tampoco es que la marca España esté muy bien posicionada en el mercado, como ahora se dice. Muchos de nuestros exportadores de aceite, por ejemplo, etiquetan sus botellas como made in Italy, a fin de colocarlas mejor por el ancho mundo.


Y es que la mayor notoriedad internacional de nuestra nación procede sobre todo de las gestas deportivas de Nadal, Alonso, Gasol, Contador, Iniesta y compañía. Y el éxito del deporte español, no lo olvidemos, se ha labrado en los últimos años a golpe de talonario. ¡Si se hubiese dedicado a I+D+i solo la mitad de lo invertido en deporte, a estas horas seríamos una potencia mundial en investigación, pisando los talones a Estados Unidos!


Pero no. En otras actividades de la vida, nuestra visibilidad como país es escasa. Aún hace pocos años, España era la octava potencia mundial, a su presidente, Aznar, se le abrían todas las puertas y un selecto grupo de compatriotas —Solana, Rato, Mayor Zaragoza...— ejercían importantes puestos de responsabilidad en el mundo.


Ahora, ya ven: según algunos estudios, somos conocidos como una nación de permisividad sexual y de costumbres, de facilidad para la residencia irregular, el aborto, los matrimonios gays y otras actitudes sociales de vanguardia. Y conste que no lo critico, pero para ese viaje no hacían falta tantas alforjas.


Fíjense si resulta frívolo el conocimiento de nuestra realidad, que muchos clientes en el mundo de Zara, Mango, BBVA y otras empresas multinacionales ignoran que son españolas. ¿Pero es que hay alguien por ahí que se encargue de potenciar la marca España?


Haberlo, haylo: escaso y contradictorio, ya que hasta el ICEX —dedicado a impulsar nuestras exportaciones— sufre la competencia de las embajadas de las Comunidades Autónomas, las cuales gastan 500 millones anuales en sedes en el extranjero para presumir de que “we are not Spain”.Ya ven, pues, si la cosa está o no jodida. En cuanto Rafa Nadal se haga mayor y empiecen a quebrar nuestros clubes de fútbol, poca gente se va a acordar por ahí de que aún existe España.

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