sábado, 18 de junio de 2011

La Comunidad Valenciana según Camps

Me gustaría vivir en la misma Comunidad Valenciana que Francisco Camps. Sí, la que él calificó como “una de las regiones más competitivas de Europa” en el debate de investidura, debido a que —lo remachó— “hemos hecho mucho y lo hemos hecho bien”.

Lo siento, pero lo suyo me ha hecho recordar aquella nostálgica canción de la italiana Mina: Parole, parole, parole...

Y es que, por desgracia, existe otra Comunidad en la que vivimos los demás mortales y donde un 24% de la población está en paro, se da el mayor nivel de fracaso escolar y la Generalitat tarda año y medio en pagar a algunos proveedores. Por ejemplo.

Se trata de dos caras de la misma moneda, aunque para el Presidente todos los éxitos son atribuibles a su gobierno y, por supuesto, los fracasos solo al de Rodríguez Zapatero.

Pero, ¿por qué, si la Comunidad, como dice, se ha hecho “más atractiva que nunca al mundo”, cuenta con “sectores productivos líderes” y se está convirtiendo “en la plataforma logística del Sur de Europa”, tiene que proponer 67 medidas para salir del atolladero, como si en vez de haber gobernado hasta ahora hubiese estado en la oposición?

Eso se debe a que nuestra Comunidad ha gastado lo que no tenía —la deuda pública alcanza el 17,4% del PIB, el porcentaje más elevado de toda España— y encara un futuro problemático. El que se haya aminorado el crecimiento de la deuda durante el último trimestre no es ningún consuelo, pues de haber continuado a la velocidad anterior ya nos habríamos salido de la tabla y, aun así, todavía nos estamos endeudando al doble del ritmo permitido.

La consellera Sánchez de León argumentó el pasado viernes que la deuda de la Generalitat se ha empleado en inversiones sociales que ahí quedan. Por supuesto. ¡Sólo habría faltado que se hubiese dilapidado en viajes de placer por el Caribe!

Pero lo peor de todo no es lo que ha pasado, porque a lo hecho pecho. Y si el bisoño Jorge Alarte no fue capaz de poner contra las cuerdas en el debate de investidura a un exultante Paco Camps, peor para él, ya que para los valencianos lo más dramático viene ahora, con unas arcas públicas exangües y con la capacidad de crédito esquilmada por los bonos patrióticos, lo que dificulta aún más el acceso de las empresas privadas a la financiación exterior.

El último baluarte de la confianza de Camps en el futuro se llama Mariano Rajoy y por eso “ya nos estamos preparando para el día después de que el Partido Popular gobierne en España”.

Pues que no se llame a engaño. Los dos mantras de Rajoy en un eventual Gobierno serán austeridad y transparencia, justo las dos virtudes ausentes en la gestión de la Generalitat. Por eso, aunque se logre una mejor financiación autonómica al contabilizarse el millón de valencianos que no computan en las transferencias económicas, tendremos que apretarnos el cinturón.

Pero, eso sí, con su inveterado optimismo, Francisco Camps seguirá diciendo que esto es como la Arcadia. Dios le oiga.

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