jueves, 24 de febrero de 2011

Los pactos de Serafín Castellano

Parece claro que el presunto diálogo entre Jorge Alarte y Paco Camps para combatir la crisis económica es poco más que un amago de cara a la galería. Los dos dirigentes políticos se tienen tan feroz inquina que ninguno de ellos es capaz de darle ni siquiera un modesto pocillo de agua al otro.

Sin embargo, mientras la confrontación permanece instalada en nuestra vida pública al más alto nivel, el conseller Serafín Castellano, el solo, viene dando un recital de concertación política con sus adversarios en un amplio abanico de asuntos, desde la ley de bomberos hasta la pilota valenciana, pasando por los chiringuitos costeros o la custodia compartida de los hijos en caso de divorcio.

Este último tema lo acordó la semana pasada en Las Corts con la diputada de Compromís Mónica Oltra y llevó al portavoz de este grupo, Enric Morera, a ironizar en privado: “Serafín es capaz de comernos el espacio político a los nacionalistas”. El aludido, al enterarse de la frase, enseguida matizó: “Yo no soy nacionalista; lo que soy es autonomista”.

Lo cierto es que el conseller de Governació cubre muy bien ese espectro ideológico que ha quedado huérfano después del hundimiento de Unió Valenciana y el desaforado extremismo de García Sentandreu.

Por eso, precisamente, Castellano ha sido el máximo impulsor de la reforma del Estatut d’Autonomia de 2006 para blindar así la financiación de la Comunidad en proporción al número real de sus habitantes. Mañana mismo presentará el proyecto en Las Corts, donde ya lo tiene pactado con los socialistas y “con toda seguridad lo aprobaremos el mes que viene, antes de que acabe la actual legislatura”.

El caso del Estatut es uno más de esta capacidad de diálogo y de compromiso de un político que ha servido con igual lealtad a los gobiernos autonómicos de Eduardo Zaplana y Francisco Camps. El último acuerdo con el ministerio de Rosa Aguilar ha consistido en desactivar el envenenado conflicto de los chiringuitos playeros, al conseguir la moratoria de un año en la instalación de las terrazas y avizorar una posible modificación de la Ley de Costas.

“Con dos o tres consellers más del tipo de Serafín Castellano —me dice un experto conocedor de los intríngulis del Consell— otro gallo le cantaría a la acción de gobierno, monopolizada en exceso por Paco Camps”. Según ese análisis, al presidente le han fallado consellers considerados en su día como luminarias de su gabinete. Ha sido el caso de González Pons y, en otra medida, del ex rector Justo Nieto, quien iba a ser el modernizador económico desde su conselleria de Empresa, Universidad y Ciencia y se quedó en nada.

“Curiosamente —sigue el experto—, los que le han sacado las castañas del fuego al presidente han sido los consellers que puso en carteras consideradas de rango menor: Rafa Blasco y Serafín. El primero se ha convertido en el auténtico ideólogo del Gobierno y azote de sus oponentes, y el segundo en el conseguidor de los únicos acuerdos políticos logrados por el Consell”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario