martes, 22 de febrero de 2011

El mal fario del PSPV-PSOE

Aunque suene a paradoja, el único éxito electoral importante del PSPV-PSOE el próximo 22 de mayo puede producirse en la alcaldía de Benidorm, gracias a su candidato tránsfuga, Agustín Navarro.

Para mayor inri, esa victoria contra natura —es decir, contra la tesis de moralización de la vida política que viene predicando reiteradamente Jorge Alarte— no lo sería por méritos propios, sino por la decisión del PP de presentar como cabeza de lista al ex munícipe Manuel Pérez Fenoll, quien goza de pocas simpatías hasta entre los empresarios.

Con ese empeño, tal parece que Francisco Camps antes preferiría ver a Benidorm en manos socialistas que en las de que su mayor bicha dentro del propio Partido Popular, es decir, la líder local Gema Amor.

Pero hablaba del PSPV-PSOE, que se las prometía muy felices por el presunto desgaste de sus rivales debido al caso Gürtel. Pues ya ven: ni por ésas. La encuesta publicada por EL MUNDO hace un mes evidenciaba que el PP puede doblar en votos a los socialistas en la Comunidad, con unos resultados mejores incluso que los de la imbatible Esperanza Aguirre en Madrid.

Si eso no es un estrepitoso descalabro, que venga Dios y lo vea. Y es que cada nuevo acontecimiento, en vez de beneficiarle, desacredita al PSPV-PSOE aun más que el anterior. Por ejemplo: las elecciones primarias para el candidato a la Generalitat han acabado en los juzgados, donde mañana comparece Antonio Asunción, demandante por un presunto atentado contra sus derechos al haberle anulado el partido 320 avales electorales. Al día siguiente habrá nueva confrontación de Asunción, esta vez con Carmen Martínez, por haberle acusado la dirigente socialista de pactar en secreto con el PP contra su propio partido.

Despropósito tras despropósito, el PSPV-PSOE ha logrado que no se sepa ni siquiera cuál es el proyecto del partido para el Cap i Casal, tras haber puesto inicialmente el candidato a la alcaldía, Joan Calabuig, patas arriba la política de su predecesora, Carmen Alborch, y haberse desdicho luego de casi todo lo que había afirmado en un principio.

El último acto de ese sainete —no por previsible menos sorprendente y donde se repite la lucha cainita habitual por las listas electorales—, ha sido la dimisión del brillante coordinador del programa municipal, González Triviño, por falta de respaldo de la Ejecutiva a su labor y por la precariedad con la que trabajaba, sin despacho ni acceso a las propuestas de los militantes.

¿Qué tiene que hacer, tras todo esto, el PSPV-PSOE para levantar cabeza?

Lo tiene tan complicado que el azote parlamentario de Camps, Ángel Luna, en vez de haber conseguido doblegar al Presidente, ha tenido que volver a pasar por los Juzgados hace solo dos días para declarar una vez más por aquel informe policial que reveló ante Las Corts estando bajo secreto de sumario.

La única y remotísima posibilidad de que los socialistas valencianos enmendasen un poco el tipo la tendría, aunque parezca mentira, Mariano Rajoy. Si el líder del PP designase a otro candidato en vez de Camps para la presidencia de la Generalitat, semejante decisión le supondría al PPV-PSOE un exiguo aunque efímero balón de oxígeno.

Pero ni por ésas. No sólo porque tal hipótesis no llegará a producirse, sino porque, aunque se diese, la victoria del Partido Popular en la Comunidad se vaticina igual de aplastante.

Ya me dirán, pues, si no es una desgracia sin paliativos la que asola y desuela hoy día al socialismo valenciano.

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