sábado, 28 de julio de 2012

¿Es de fiar UPyD?


El descrédito del PP por culpa de sus medidas contra la crisis económica y la falta de pulso del PSOE elevan las expectativas electorales de los partidos minoritarios.

Una encuesta de Sigma Dos en este mismo periódico el domingo pasado otorga al partido de Rosa Díez el 7,8% de intención de voto. Extrapolando esos resultados a la Comunidad, UPyD podría obtener hasta 6 diputados en Les Corts.

Semejante perspectiva alimenta los intereses ocultos de unos y de otros y aviva las guerras internas en una formación que en sus cinco años de vida ha vivido la estrepitosa salida de uno de sus fundadores, Mikel Buesa, y la marcha de Ana Falomir, referente del partido en la Comunidad.

Si eso ha sucedido en época de vacas flacas, podríamos decir, ahora que se avecina la bonanza electoral las cosas podrían ir a peor.

Lo cierto es que en cinco regiones UPyD está regida por gestoras nombradas por Madrid, ante los líos de las respectivas coordinadoras territoriales, y que en las Comunidades llamadas históricas no consigue implantarse: en Cataluña, porque su espacio ya está ocupado por Ciutadans, de Albert Rivera, y en Euskadi porque la labor de su único diputado autonómico, Gorka Maneiro, es perfectamente mejorable.

Lo último con lo que se han cebado algunos medios de comunicación es con que el diputado asturiano Ignacio Prendes tiene a su disposición 6 asesores nombrados a dedo. “¿Es ésta una actitud diferente a la de los partidos tradicionales, como viene pregonando Rosa Díez?”, se pregunta, dolida, una militante del partido.

La Comunidad tampoco está exenta de líos, con la confrontación a cara de perro de las sucesivas elecciones primarias. La última, en la que Eduardo Gómez ganó a Pablo Serrador en Valencia ha dejado heridas aún por cicatrizar.

A causa de estos enredos, los dirigentes del PP no temen que UPyD pueda causarles un gran daño electoral. “Además —me dice un alto cargo popular—, no tiene suficientes militantes para organizar la estructura electoral en los 542 municipios de la Comunidad”.

En efecto, pero todo eso es perfectamente subsanable y, por si acaso, otros miembros del PP se aproximan al partido de Rosa Díez, como esos 40 militantes de Alicante que ya han llamado a la puerta del concejal Fernando Llopis.

¿Accederá, sin embargo, UPyD, a lo que pudiera ser el desembarco masivo de gente de otros partidos? La filosofía de la formación se opone al transfuguismo de políticos de profesión, y hasta ahora sólo los ha admitido a cuentagotas, como es el caso del ex alcalde socialista de Alcobendas, José Caballero.

Aún falta mucho para las próximas elecciones autonómicas, pero en seguida empezaremos a ver ataques crecientes a UPyD desde la derecha, temerosa de que el nuevo partido de centro les deje sin mayoría electoral, y desde la izquierda, que pretende evitar a toda costa que los recién llegados se conviertan en gozne de una futura coalición de gobierno.

Todo esto, por cierto, sin haber mentado al fenómeno en alza de Toni Cantó, quien está realizando una brillantísima tarea parlamentaria en Madrid. Sin él al frente de la candidatura autonómica, reconocen sus rivales dentro del partido —que ya empieza a tenerlos—, las expectativas de UPyD en la Comunidad son bastantes limitadas. Con él, en cambio, las posibilidades electorales del partido se multiplican.

Así que al tanto con lo que avecina.


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