domingo, 11 de diciembre de 2011

Si Camps resultase absuelto...

Aunque suene fatal lo que voy a decir, a los dirigentes del Partido Popular les perturba más que Francisco Camps sea declarado inocente en el juicio que comienza mañana que el que lo condenen.


Entiéndaseme bien. Todos ellos desean la exculpación del ex presidente, por supuesto. La absoluta mayoría cree, además, en su inocencia. Y, por si fuera poco, considera que es prácticamente imposible demostrar otra cosa.


Aun así… Aun así resulta que “el daño causado por el caso Gürtel ya está completamente amortizado”, me dice un alto cargo del PP, “por lo que una hipotética condena no supondría ningún coste político añadido para el partido”.


“Al contrario —añade, bajando el tono de voz—, ¿te imaginas a Paco volviendo por la puerta grande a su escaño en Les Corts? ¿Dónde se colocaría? ¿Cuál sería su papel? ¿Qué deberían hacer en ese caso desde Alberto Fabra hasta el último parlamentario?


Lo cierto es que hace tiempo que Paco Camps ha desaparecido de la vida pública, plegándose, más que a las exigencias de su defensa jurídica, a la conveniencia de Mariano Rajoy, quien no desea más problemas colaterales ante el gran reto que tiene de enderezar la economía española.

En cambio, el ex presidente se ha visto en privado con alguna asiduidad con partidarios suyos, haciéndoles confidencias sobre su intención de volver al primer plano de la política.


¿Cómo se compaginaría eso con la pacificación lograda dentro del partido, donde hasta en Alicante conviven ya campsistas y ripollistas en la ejecutiva que preside Miguel Ortiz? ¿No resultaría perturbador agitar las tranquilas aguas de esta nueva convivencia? ¿Y cómo hacer compatible la anterior política de Camps con la radical estrategia de cambios realizada por su sucesor?


Por eso, insisten con el mayor secretismo algunos cargos del PP, “lo mejor para el propio Paco, una vez demostrada su inocencia, sería marcharse con la cabeza bien alta y dejar su escaño en Las Corts a otro compañero de partido”.


“Lo contrario es un lío —reconoce esta misma fuente—, ya que todos los consellers, desde la vicepresidenta Sánchez de León, hasta los novatos, como Isabel Bonig, deben su cargo al anterior presidente y, como dice el refrán, de bien nacidos es ser agradecidos…”


Ésa sería la última razón para una amplia remodelación del Consell, en la que coinciden todas las fuentes consultadas. Con bastante probabilidad, un veredicto de inocencia de Camps solo serviría para acelerarla. En cualquier caso, su horizonte está en el próximo congreso regional del partido, en abril, que debe refrendar el poder orgánico de Alberto Fabra.


Y es que, aunque el interesado parezca ignorarlo, Francisco Camps es ya historia en la Comunidad; sobre todo, para el PP nacional: “Entre lo descubierto ya de su fantasiosa gestión política y lo que aún pueda aparecer —comenta otro miembro de la dirección—, el suyo no es el mejor ejemplo de lo que pretende realizar Mariano al frente de España”.


Sin mencionarlos expresamente, es obvio que mi interlocutor se refiere a los contratos con Urdangarín, a los sobrecostes de las obras de Calatrava, a los grandes eventos de discutible rentabilidad y a las infraestructuras ruinosas, desde el aeropuerto de Castellón a la Ciudad de la Luz.


Por todo eso, nadie hay más interesado que el propio PP en pasar página cuanto antes a la era Camps. Como me suele preguntar irónicamente un amigo, “¿Camps? ¿Y quién es Camps?”

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