sábado, 17 de diciembre de 2011

¿Quién arregla esto?

Francisco Camps está siendo juzgado por un asunto tan nimio que, de resultar culpable, su condena sólo sería de 41.250 euros de multa.


Pues bien. A cualquier observador desapasionado le llama la atención el contraste entre el despliegue mediático por el juicio de los trajes y la indiferencia ante el hundimiento económico de nuestra Comunidad durante el mandato del mismo Camps.


Con mucho menor agujero en las cuentas de Castilla-La Mancha, Dolores de Cospedal montó el cirio contra su predecesor, José María Barreda, apaciblemente incorporado al Congreso de los Diputados.


Lo mismo podría decirse del caso catalán, donde Artur Mas está lidiando con la catástrofe heredada de José Montilla, apartado éste ya de cualquier cargo orgánico y vegetando en el cementerio de elefantes del Senado, donde compadrea con otros ex presidentes autonómicos como Marcelino Iglesias, Joan Lerma, Álvarez Areces, Juan José Lucas, Francesc Antich…

En cambio, muy pocos parecen escandalizarse por el saqueo sistemático de nuestra Comunidad efectuado por cualquiera que pasase por aquí, desde Calatrava a Eclestone, y desde Correa y El Bigotes a Urdangarín. Total, debían pensar, qué más da unos cuantos millones de más en los presupuestos sufragados por todos los ciudadanos. Aquéllos eran tiempos de bonanza, claro está, en los que el dinero parecía surgir de debajo de las piedras.


Lo más grave del marrón al que se enfrenta ahora Alberto Fabra es que él no puede achacárselo al anterior Consell, ya que no sólo gobierna el mismo partido de entonces, sino que todos los miembros actuales son los mismos que puso allí Francisco Camps.


Y es que la gestión económica de la Generalitat ha sido suicida. Como le gusta razonar a un economista al que frecuento, “Camps es el Bernie Madoff español, practicando el mismo sistema piramidal de irse endeudando de forma creciente para pagar las deudas anteriores con nuevos créditos”.

Pero, claro, el sistema siempre acaba por estallar. La última emisión de bonos patrióticos, con la que el conseller Enrique Verdeguer pensaba pagar los emitidos hace un año —y, de paso, a los pobres farmacéuticos, en quiebra ante los reiterados impagos de la Administración—, ha resultado un fiasco, no vendiéndose ni el 70%.


Y menos mal que la ministra saliente Elena Salgado ha adelantado 480 millones de la próxima liquidación del Estado, con el fin de evitar la quiebra.

Aun así, seguimos donde estábamos, con una deuda de 20.469 millones, el 19,9% de nuestro PIB, aunque las recientes medidas de contención del gasto sí que han servido para frenar el endeudamiento autonómico y para que el optimista conseller de Hacienda, José Manuel Vela, afirme que se cumplirán los objetivos previstos para fin de año.


¿Y luego, qué? ¿Cómo atender a los próximos vencimientos? ¿De dónde obtener un dinero que no llega al haberse llegado al final de la pirámide?


Ya no podrá argüirse que la culpa es de Rodríguez Zapatero, pues nadie más empeñado que el nuevo presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, en hacer un alarde de austeridad que satisfaga a Merkel, Sarkozy y compañía. Así que no habrá otra que realizar grandes recortes por la brava, ante la ingente cantidad de dinero sin retorno enterrada en absurdas obras elefantiásicas.

Aprestémonos, pues, para resistir a tiempos difíciles en los que medidas como las tomadas hasta ahora por el catalán Artur Mas son sólo una nimiedad comparadas con todo lo que nos espera.

1 comentario:

  1. Asusta leer cada día todo lo que va saliendo a la luz y las soluciones que van ofreciendo no veo que puedan servir. Buena pregunta el título de tu articulo.

    Saludos

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