sábado, 26 de noviembre de 2011

La locura del deporte

Si uno ve los sueldos de nuestros futbolistas y los presupuestos de algunos clubes, parece como si el fútbol, en particular, y el deporte, en general, viviesen al margen de la crisis económica.


Pues no hay tal, sino que se ha creado una burbuja que, como la inmobiliaria, estallará un mal día y acabará afectando también a todos aquellos a quienes el deporte les trae absolutamente sin cuidado.


Lo acaba de predecir el que fuera gran futbolista de la selección alemana Karl-Heinz Rummenigge, para quien la política de gasto de los equipos europeos es “irracional” y les ha conducido a que el 80% de ellos estén entrampados hasta las cejas.


Ignoro si la cifra es exacta, más allá de que el Manchester City, líder de la Liga inglesa, acaba de reconocer unas pérdidas de 228 millones de euros. Lo que sí me consta es que el fútbol español lleva años bailando al borde de la quiebra, con una deuda acumulada próxima a los 4.000 millones. Una bagatela, como se ve.


Esa irracionalidad del balompié se ha contagiado al baloncesto, afectando ya a todas las extremidades corporales y, sobre todo, a la cabeza de nuestros dirigentes deportivos.


Resulta que este año ha dejado de jugarse parte de la liga profesional de Estados Unidos, la NBA, porque los clubes no accedieron a las pretensiones salariales de los jugadores. Pero, ¡oh sorpresa!, los equipos de una Europa sumida en la crisis económica más profunda de los últimos 60 años acudieron a toda prisa para fichar a los jugadores en paro al otro lado del Atlántico. Y los más rumbosos, para que no se diga, fueron como siempre los clubes españoles.


Ya me dirán cómo pueden cuadrar las cuentas en un deporte que tenía los presupuestos de cada equipo cerrados hace unos meses y no precisamente con superávit. Ahora, sin haber reducido sus gastos ni en un duro, los ha aumentado vertiginosamente con fichajes costosísimos aunque fuera solo por unos meses.


El despropósito, la locura y el despilfarro.

¿De dónde saldrá el dinero para tapar ese agujero?


Hasta ahora, mucho de él provenía de generosas subvenciones públicas más o menos encubiertas: patrocinio de diputaciones y ayuntamientos, financiación de cajas de ahorros, contratos con televisiones públicas deficitarias,… Pero ahora, que no queda efectivo para atender a las personas dependientes ni para otras prestaciones sociales, ¿a quién se lo vamos a quitar para que se lo lleven crudo deportistas, directivos y demás fauna de ese negocio?


Aún habrá que verlo.

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