lunes, 14 de noviembre de 2011

El racismo de Tintín

Buena se ha liado en Bélgica sobre si hay que retirar o no —dicho de otra manera, si hay que censurar— el cómic Tintín en el Congo, realizado por Hergé en 1931, debido a su presunto carácter racista.

Evidentemente, la historieta no es “políticamente correcta” al uso de hoy día, ya que este término es de reciente invención. Tampoco lo eran los tebeos de El guerrero del antifaz o Hazañas bélicas, que uno leía en su remota infancia, y no por eso uno se ha dedicado a ir dando en su vida mandobles a diestro y a siniestro.

Y es que las personas y sus obras son producto de su momento histórico. Lo único que cabe pedirles es que sean honestas; y el autor de Tintín lo es.

Puestos a rebuscar en el pasado de la gente, hay episodios mucho más infamantes aunque, también, hijos de su tiempo, que diría el otro. Pablo Neruda, por ejemplo, junto a su excelsa obra poética, escribió un homenaje a Stalin en 1953 y que en aquel momento debió parecerle de lo más fetén. Lo mismo cabe decir de la oda a Franco en 1966 del cantautor Víctor Manuel, cuando el dictador aún estaba vivito y coleando.

Muchos otros —Laín, Alberti, Machado, Torrente Ballester…— han tenido sus episódicos momentos de debilidad ideológica en los que han cantado a Hitler, José Antonio, Líster, Mussolini,… para su rubor y oprobio retrospectivos.

El bueno del dibujante belga Hergé, en cambio, ni eso: solo un entretenido y bienintencionado tebeo de 1931 en el que, obviamente, las cosas se narran como sucedían entonces y no como ocurren ahora, 80 años más tarde.

El mismo reproche que al autor de la historieta cabría hacerle a Ptolomeo por afirmar que la tierra era plana trece siglos antes, claro está, del primer viaje de Cristóbal Colón. Y es que ni siquiera los genios tienen un poder de adivinación tan anacrónico que les permita hablar del ADN cuando aún no se había descubierto ni fabular historias de mujeres jefes de Gobierno en épocas en las que ni siquiera se las permitía votar.

Uno le sugeriría al universitario congoleño autor de la demanda contra Tintín que cambie de destinatario de sus disparos. Podría dirigirse contra aquellos magnates cuyos antepasados se lucraron con el repugnante tráfico de esclavos y hasta consiguieron títulos nobiliarios por su ignominia.

Pero también ellos, como algunos de los poetas antes citados, han tratado de borrar las huellas de su oprobioso pasado, a diferencia del bueno y honesto de Tintín

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