sábado, 31 de marzo de 2012

Regreso al futuro

“Si la energía que gasta mi partido en destruir a sus líderes sucesivos la dedicase al servicio de los valencianos, otro gallo nos cantaría”, me dice un veterano militante del PSPV-PSOE.

En ésas sigue el partido. Si en 2008 era Jorge Alarte quien se imponía a Ximo Puig, ahora es el de Morella el que acaba con el mandato de su correligionario de Alaquàs. Y entonces como ahora el eslogan más repetido de los triunfadores es el de “unidad”. Como insiste cínicamente mi amigo, de vuelta ya de todo, “cuando tanto se apela a la unidad quiere decir que el partido está más desunido que nunca”.

Aun así, el nuevo secretario general del PSPV-PSOE y sus aliados de ahora, Leire Pajín y Francesc Romeu —no se olvide que antes lo fueron de su rival y mañana vaya a saberse de quién— se las prometen muy felices ante la aparente erosión del PP.

Ese desgaste, de momento, es una ensoñación que obnubila a los militantes del PSOE, desde Pérez Rubalcaba al último miembro de las juventudes socialistas, enfervorizados por los resultados de las últimas elecciones en Andalucía y Asturias.

En su fiebre postelectoral no parecen haberse percatado de que de una elección a otra han perdido 20.000 votantes en Asturias y 650.000 en Andalucía. Y si llegan a gobernar ambas comunidades será gracias a Izquierda Unida yal coste de poner en práctica un programa mucho más de izquierdas que el suyo.

Eso no parece importar un rábano a Ximo Puig, a quien ya su abuelo exhortaba a ser “de izquierdas, siempre de izquierdas”, sin prever que ese escoramiento a babor haría huir a las clases medias que llevaron en su día a Joan Lerma al poder.

El triunfo de Ximo Puig recuerda, pues, al filme de Robert Zemeckis Regreso al futuro, con el intento imposible de cambiar el reciente pasado. Lo malo es que el futuro del PSPV-PSOE queda en manos de Compromís y de Esquerra Unida y no de su propio electorado, cada vez más menguante.

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