sábado, 24 de marzo de 2012

¿Es Alarte el culpable de todo?

La mejor exculpación de Jorge Alarte ante los dirigentes nacionales del PSOE es que, no sólo él, sino todos los barones regionales del partido están sufriendo una gran contestación interna. Hasta Óscar López, secretario de organización y niño mimado de Pérez Rubalcaba, ve cómo le crecen los enanos en su feudo de Castilla y León.

Con ese argumento, el secretario general del PSPV-PSOE ha buscado —y obtenido— el apoyo de Madrid para repetir en el cargo. Claro que en estas horas bajas del socialismo español —las elecciones andaluzas de hoy medirán la magnitud de su descrédito— de poco sirve el respaldo orgánico de Ferraz que, para evitarse nuevos problemas, lo hace además con la boca pequeña.

¿Bastará ese pequeño empujoncito para mantener a Alarte a la cabeza del socialismo valenciano ante su virtual empate con el candidato Ximo Puig?

A cinco días del Congreso del PSPV-PSOE nadie lo sabe, dado el habitual cabildeo en los congresos del partido y la existencia de otros dos aspirantes —Francesc Romeu y Manolo Mata— que multiplican las posibilidades de pactos y alianzas.

De los reproches de sus críticos al actual secretario general del PSPV, el más obvio es que ha dedicado la mayor parte de su tiempo a mantenerse en el cargo, en vez de hacer una contundente política de oposición frente a Paco Camps y Alberto Fabra.

Seguramente es verdad, pero ¿no se han dedicado a ello también los anteriores secretarios generales, incluyendo a Joan Ignasi Pla? ¿No son responsables de ello, precisamente, quienes ponen palos en las ruedas todos los días al actual secretario general?

Lo cierto es que esa política en clave defensiva es la que ha lastrado su eficacia opositora a los Gobiernos del PP y, sobre todo, impedido la modernización ideológica del partido con la que Jorge Alarte se presentó en el congreso que ganó hace cuatro años.

Pero lo peor es que, ante ese estado de cosas, la alternativa de Ximo Puig no parece un paso hacia adelante sino que supondría el regreso a los viejos tics que vienen condicionando al PSPV y le han impedido adaptarse a una realidad social cambiante. Porque, ¿qué planteamientos ofrece más allá de formulaciones ideológicas abstractas y, eso sí, la de fomentar el uso social del valenciano?

Anter esa falta de argumentos renovadores, José María Ángel, Elena Martín y otros miembros del núcleo duro de Alarte aducen que si el informe de gestión de la actual dirección es criticable, de él son corresponsables las otras corrientes internas del partido que no han permitido una mayor eficacia opositora frente al PP.

En éstas sigue sumido, pues, el PSPV-PSOE: en discutir si, como en la fábula, se trata de galgos o podencos, mientras el Consell continúa tan ricamente haciendo de su capa un sayo. Claro que, para confortarse en la aflicción, los socialistas manejan ignotas —y probablemente apócrifas— encuestas que darían a la oposición la victoria en las próximas elecciones autonómicas.

Esa hipótesis no se basa en méritos propios, sino en el posible descenso de votos del PP y la subida de EU y Compromís, aliados obligados del PSPV-PSOE. “Pero no nos engañemos —me dice un amigo socialista—, nosotros sólo podremos alcanzar el Gobierno si mi partido se decanta hacia el centro político y no se escora más a la izquierda. Y eso, quiéranlo o no, sólo lo puede conseguir hoy por hoy Jorge Alarte”.

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