sábado, 30 de julio de 2011

El doctor Fabra y mister Hyde

Las órdenes de Madrid han sido claras: “Nada de cambios, ni de ruido ni de disensiones en Valencia. A ver si deja de hablarse ya de la Comunidad Valenciana. Al menos, hasta que Mariano Rajoy llegue a La Moncloa”.

Así se explica que nadie de la cúpula nacional del Partido Popular —ni De Cospedal, ni González Pons, ni siquiera Ana Mato— asistiera por discreción a la toma de posesión de Alberto Fabra y también el énfasis de éste en calificar a su predecesor, Paco Camps, como “valiente, honesto y honrado”.

"Todo eso es muy lógico —me comenta un dirigente regional del PP—, pero el nuevo presidente debe hacer cambios visibles en seguida para que su mensaje de que 'debemos pasar página y recuperar la normalidad en las instituciones' sea creíble”. Para mi interlocutor, cuando Camps accedió a la presidencia sólo disponía del aval personal de Eduardo Zaplana y, aun así, de inmediato comenzó a desmontar la estructura heredada de su antecesor. “A Fabra, en cambio, le apoya la toda la dirección nacional del partido y si no hace la poda quedará preso de la compleja maraña urdida por Camps”.

En esta contradicción interna parece debatirse el presidente de la Generalitat, llegado al Cap i Casal ligero de equipaje. Tanto es así, que lo primero que ha hecho es ratificar al Consell anterior, al portavoz parlamentario y, a falta de evidencia en contrario, al equipo de fontaneros del Palau. Para remate, ha nombrado al secretario del PP, Antonio Clemente, jefe de campaña electoral.

Quien habría tomado estas decisiones no sería el doctor Fabra, por usar el símil literario de Robert Stevenson, sino ese otro mister Hyde que todos llevamos dentro. Aquél es un hombre de diálogo que en su primera rueda de prensa prometió mostrar todas las facturas del Consell y oír a los familiares de las víctimas del Metro. El otro, en cambio, en su comparecencia institucional rebajó las promesas a “ofrecer transparencia” informativa y a “mostrar el cariño” a los afectados por la tragedia.

¿Quién de los dos es el auténtico Alberto Fabra?

Probablemente, ambos, para tranquilidad, entre otros, de un Gerardo Camps lívido ante la posibilidad de que los papeles del Consell circulasen por ahí y que ha quedado relajado al ver que el presidente echaba agua al vino de la transparencia.

“Pues si no hace cambios va dado”, comenta otro de los dirigentes del PP, crítico con la opacidad informativa de Francisco Camps. Lo tendrá mal no solo porque la oposición le va a exigir ahora todos y cada uno de los contratos —ya lo ha advertido el secretario del Bloc, Enric Morera—, sino porque “la herencia de Camps está envenenada” y “la situación económica de la Comunidad es pésima”, según uno de quienes mejor conocen las cuentas de la Generalitat.

El último acto de este drama shakesperiano es la intervención del Estado en una CAM saqueada por sus propios directivos, con Modesto Crespo a la cabeza.

Sus números no van a poderse ocultar, como se ha hecho con los contratos de Orange Market, los sobrecostes de Calatrava o la visita del Papa, ya que las cuentas las tiene Banco de España, son objeto de una auditoría externa y acabarán en manos de la Justicia.

Por todo esto, Fabra debe dejar ya la ambigüedad e imbuido de su papel de Doctor Jekyll, ser el primero en exigir responsabilidades por los desguisados de la anterior administración.

Si no lo hace, acabarán por imputárselos a él en tanto que su abnegado silencio tampoco logrará contribuir al éxito electoral de Rajoy, que es de lo que se trata.


No hay comentarios:

Publicar un comentario