lunes, 9 de enero de 2012

El "año Unamuno"

Espero que este año Unamuno que ha comenzado no sirva para la apropiación de su persona “por los hunos y por los otros”, como diría el propio don Miguel, ya que nuestro cainismo ancestral suele utilizar su figura como arma arrojadiza contra los adversarios políticos.


Eso sucede ahora, claro está, porque en vida “fue el único intelectual represaliado por los dos bandos” enfrentados en nuestra guerra civil, como recuerda Luciano G. Egido.

Ese hecho lo define con precisión Andrés Trapiello en su magnífica y ecuánime obra Las armas y las letras, que trata del papel de los escritores en aquella contienda: “Unamuno, que creía en la justicia de las dos Españas, se quedó sin ninguna”. Y es que, en palabras del antiguo rector de Salamanca, optar entre “los unos con sus rebaños, y los otros, con sus hordas” no era más que un triste dilema de incivilidad.


Todo esto, por fortuna, sucedió hace 75 años, pero hay quien se obstina en perpetuarlo en el presente. Por eso hemos tenido, cómo no, ofrendas por separado a Don Miguel y polémicas tan anacrónicas como la de devolver al difunto su acta de concejal.


En esa línea de mantener en plena vigencia los motivos de enfrentamiento entre españoles, algunos le buscan las vueltas a la llamada memoria histórica, hurgan en afrentas periclitadas y actualizan odios prescritos. En cambio, otros países con desgarros internos más recientes han conseguido mirar hacia adelante en vez de hacerlo por el retrovisor de la historia.


Peor, si cabe, es lo que le sucede a Unamuno en su País Vasco natal. Él, que tanto hizo por el vascuence y tanto orgullo mostró de sus orígenes, casi está proscrito en su tierra, donde apenas quedan huellas de su persona, como no sean aquellas periódicas pintadas de “cabrón españolista” en la fachada de su casa bilbaína.


Razón de más para este nuevo homenaje de la Salamanca que tanto amó Don Miguel y que tanto le debe a la inmensa talla intelectual de su rector. Y es que, al final de tanta ingrata peripecia, Salamanca es de Unamuno y Unamuno pertenece a Salamanca.


Por eso creo, además, que este año Unamuno puede ser un espléndido reclamo para que sus admiradores —que los tiene, y muchos, dada la permanente actualidad de su obra— se acerquen a la capital salmantina, como prevé su alcalde, Fernández Mañueco.


Sólo faltaría, para acabar, que con la disculpa de este aniversario la gente relea al autor de Niebla, Del sentimiento trágico de la vida y muchas otras obras igual de vigentes.

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