domingo, 4 de septiembre de 2011

Ya nada será igual

Mal que le pese a Francisco Camps, el futuro de la Comunidad Valenciana será muy distinto sin él al frente de la Generalitat.

Claro que tanto el ex presidente como Carlos Fabra se aferran a un pasado irrepetible, tal como pusieron de manifiesto este viernes en Beniccàssim. Bastó que el juez Antonio Pedreira archivase la causa del caso Gürtel contra Luis Bárcenas y Jesús Merino, para que Camps sacase pecho soñando con su tardía absolución.

La efímera demostración de fuerza de ambos políticos se ha hecho, además, a menos de tres meses de la probable victoria electoral de un Mariano Rajoy que, lógicamente, no se andará con chiquitas con aquellos cargos del PP que le han causado repetidos problemas, como es el caso de los dos citados. De ahí la prisa de éstos en mostrar presumibles apoyos antes de su total laminación de la vida pública.

El natural enfado de la dirección nacional del partido se ha visto agrandado por el menoscabo que ambas intervenciones han causado a la figura de Alberto Fabra. Tanto es así, que éste ha debido recordar que “estoy aquí para deciros que soy vuestro presidente y que estoy dispuesto a liderar este proyecto”. ¿Habría sido necesaria, en otro contexto, semejante obviedad?

“Es que Camps se ha convertido en un problema para el partido”, me confiesa un alto cargo del PP: “Si acude como diputado a Las Corts, malo, porque la oposición podrá meterse con él todos los días, enturbiando así el proceso político, y si no lo hace, también es negativo, porque se nos reprochará el que mantengamos a un parlamentario que solo hace pellas”. “Lo mejor —concluye— es que dimita de Las Corts y deje su puesto a otro”.

No parece, sin embargo, que ése sea el propósito del ex presidente, sino el de protegerse con su aforamiento como diputado.

En cualquier caso, estos rifirrafes internos no trascienden al exterior. “Pasa como con los futbolistas de la selección —me dice otro político—: se llevan a matar entre ellos durante los partidos Barça-Madrid, pero si luego hay una tángana con los chilenos, Iniesta, Arbeloa, Busquets y Ramos hacen piña contra ellos”.

Así, pues, aunque no haya broncas de puertas afuera, Camps y Fabra son ya dos cadáveres políticos a punto de enterramiento, a pesar de que este último se resista a ceder las riendas del partido en Castellón a Javier Moliner.

El ex presidente, por su parte, no es consciente de que ha dejado la Comunidad hecha un erial. “Con los números en la mano —explica un economista de prestigio— estamos técnicamente en quiebra. Lo de Castilla-La Mancha, por mucho que gesticule Dolores de Cospedal, no es nada, en cuanto a su volumen, con lo nuestro: solo el agujero de Canal Nou es superior a todo el déficit de la comunidad vecina”.

De ahí los sucesivos recortes de gastos anunciados por Fabra, de ahí sus propuestas de diálogo con la posición, de ahí sus promesas de transparencia informativa,… Justo, lo contrario de lo realizado por su manirroto predecesor.

“Pero todo esto no puede hacerse, por supuesto, con los consellers heredados de Camps —argumenta la fuente ya citada—, y menos con la vicepresidenta, Paula Sánchez de León, destinada a haberle sustituido. Pero esa remodelación total del Consell tendrá que esperar hasta después de la elecciones”.

O sea, que una vez producido el cambio en el escenario, en el guión y en los protagonistas de la vida política valenciana, ya nada volverá a ser igual que antes en nuestra Comunidad.





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