viernes, 16 de septiembre de 2011

La hora de los espíritus libres

Tan acostumbrados estamos a la borreguil aquiescencia de los políticos a las directrices emanadas de su partido, que la crítica de Rita Barberá al trato que dispensa Rajoy a la Comunidad Valenciana ha originado una insólita conmoción.

La verdad, sin embargo, es que, tímidamente aún, algunos políticos españoles empiezan a pensar por su cuenta, casi, casi, como si fuesen anglosajones.

Hasta ahora, apenas si Esperanza Aguirre se autodefinía, con más exhibicionismo que convicción, como un "verso suelto" dentro del partido Popular. Pero la errática deriva de Rodríguez Zapatero ha propiciado declaraciones de notables socialistas, como Joaquín Leguina y otros, en contra de su persona. El último acto de indisciplina lo ha protagonizado el diputado Antonio Gutiérrez votando contra la reforma de la Constitución.

Es que, claro, el antiguo secretario general de CCOO anda huérfano de cobijo ideológico en esta hora de incertidumbres. Otro tal le sucede a su predecesor, José María Fidalgo, aunque éste no oculta su decepción con la izquierda clásica: próximo a las tesis de Rosa Díez, asistió la semana pasada a una conferencia de Rodrigo Rato y animó al PP a "hacerlo bien" cuando gobierne en España.

Ya nada parace ser, pues, lo que era, aunque los políticos más vulnerables o más necesitados de la protección del partido sean disciplinadamente obsecuentes con él. Es el caso del ex presidente de la Diputación de Alicante, Joaquín Ripoll, recolocado como presidente del puerto alicantino, en otro episodio más de la ocupación por políticos cesantes de instituciones empresariales, financieras, jurídicas o culturales: una auténtica desgracia.

Pero frente al entreguismo y a la dejación de la capacidad crítica de la mayoría, empiezan a menudear los espíritus libres que no acomodan su vida como un trozo de plastilina a los dictados del partido.

Un caso singular es el del joven alcalde de Paterna, Lorenzo Agustí, quien toma iniciativas que no solo chocan con la prédica oficial del PP, en el que milita, sino que dejan áreas sensibles del gobierno municipal en manos de la oposición socialista. "Es que Lorenzo no cree que tienen que llevar las riendas los amigos de uno, sino los más capacitados", dice el empresario Manuel Palma, un independiente al frente de las finanzas de ese municipio.

Habrá que acostumbrarse, en estos momento de crisis, no solo económica, sino de mitos y valores preestablecidos, a actitudes de auténtica libertad de espíritu y no al entreguismo servil que impuso Francisco Camps durante su mandato.

Donde esa libertad de pensamiento y acción resulta hoy día más evidente es en el mundo empresarial, atenazado hasta hace poco por una Administración que lo trataba con desigual fortuna según su grado de sumisión. Frente al silencio cómplice de hace bien poco, empresarios de la talla y el fuste de José Vicente González, Juan Roig o Vicente Boluda le dicen ya verdades como puños hasta al lucero del alba.

Esto es, precisamente, lo que esta sociedad necesita para salir adelante: líderes políticos, empresariales y sindicales con un espìritu libre de ataduras ancestrales, ideológicas y grupales que puedan imaginar nuevos caminos por donde avanzar. Si no, como dice el viejo proverbio, seguiremos con los mismos perros aunque se cambien de collar.

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