domingo, 9 de enero de 2011

Aquellos chinitos de antaño...

Ahora resulta que la economía española, nuestro futuro y el bienestar de nuestros hijos están en manos de China. Alabado sea Dios. El viceprimer ministro de ese país, Li Kejiang, ha firmado contratos por 5.600 millones y prometido comprarnos 6.000 millones de deuda pública y lo que haga falta. No son de extrañar, en consecuencia, los orgiásticos rendibúes ofrecidos desde el Rey hasta el ministro Miguel Sebastián, pasando por Zapatero y el presidente de Repsol, Antoni Brufau.

Hace sólo unas décadas, las Misiones católicas aún recolectaban entre nosotros fondos para “los pobres chinitos”, en cuestaciones con huchas que imitaban cabezas con coleta y tocadas con gorro mandarín. ¡Menudo rendimiento que han sabido sacarle aquellos chinitos de antaño que nos lo devuelven ahora multiplicado por mil!

Ironías al margen, al hablar del vertiginoso y constante desarrollo económico del país asiático —olvidando la sistemática vulneración de los derechos humanos— no se suele destacar un elemento primordial: la laboriosidad de sus gentes. De ello dan fe los millones de emigrantes orientales que pueblan la costa Este norteamericana. Trabajando ellos día y noche, todos los días del año, sus hijos consiguen entrar en la universidad y convertirse en profesionales de prestigio.

Aquí, más tímidamente, comienza a haber barrios chinos en nuestras poblaciones principales, accediendo sus ciudadanos incluso a negocios tradicionales españoles. Haríamos bien, pues, en imitar su esfuerzo y su espíritu de sacrificio, en vez de lamentarnos por los recortes de un estado de bienestar al que muellemente nos habíamos acostumbrado.

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