jueves, 6 de mayo de 2010

Torre de Babel a la española

En los próximos meses se habrán creado por fin más empleos: los de intérpretes de las diferentes lenguas españolas en el Senado de Madrid.
Me enternece la más que probable imagen de sus señorías con auriculares para entender así lo que dicen sus compatriotas, como si las suyas fuesen esas plurilingües sesiones de la ONU.
Además, no debe resultar nada fácil encontrar traductores simultáneos del euskera al catalán o del gallego al euskera. Lo más sublime de todo se producirá, no obstante, en la traslación del catalán al valenciano y viceversa, dada la similitud de ambas lenguas si no de la mera diferencia dialectal de un mismo idioma.
Me imagino el estupor de los países vecinos ante nuestra babel lingüística y me admira también el esfuerzo añadido de los sufridos redactores del Diario de Sesiones del Senado ante la lógica multiplicación de su trabajo por cinco, a fin de que ninguna lengua oficial quede preterida.
El exceso de idiomas —23 oficiales, nada menos—, es precisamente uno de los principales problemas de la Unión Europea, que entorpece cotidianamente la toma de decisiones y retrasa la promulgación de muchas normas. Y eso que, por fortuna, las cabinas de interpretación del maltés y del gaélico se hallan vacías en el Parlamento, ya que los hablantes de esas dos lenguas prefieren expresarse en inglés.
Eso es lo lógico: tampoco se le ocurre a nadie en Estados Unidos utilizar el francés en la Cámara legislativa de Luisiana, el español en la de California o el navajo en la de Arizona. Claro que sus señorías podrían hacerlo, ya que no existe idioma oficial alguno en el país; pero todas usan el inglés, ya que es la única lengua común en la que pueden entenderse todas ellas.
Ya ven que hasta en esto de los idiomas somos originales. Si a nuestros políticos les sobrase tiempo y talento y si nuestro país no tuviese otros problemas muchísimo más graves que afrontar, hasta podríamos permitirnos el lujo de hacer el ridículo babélico. Como no es así, atémonos los machos y aprendamos el castellano —que cada vez lo usamos peor— y que ya goza de más hablantes en Estados Unidos que en la propia España.

1 comentario:

  1. Ay, qué país, así no va para adelante, sino que se estanca o retrocede. Y ya lo estamos viendo, ya.

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