jueves, 13 de mayo de 2010

¿Es imprescindible Paco Camps?

Hoy por hoy, el PP parece electoralmente imbatible en la Comunidad Valenciana. Pero, ¿lo es más con Paco Camps como cabeza de lista o con cualquier otro?

No sé si esa pregunta demoscópica la plantean los analistas del partido en esos espectaculares sondeos en los que, según ellos, cada vez sacan más diputados a costa de la inanición del PSPV-PSOE de Jorge Alarte. En cualquier caso, nunca nos lo dicen. Pero si las siglas del PP son tan potentes en nuestra Comunidad desde la época de Eduardo Zaplana, que lo son, daría lo mismo que al frente de ellas se pusiese Calígula o su caballo, parafraseando así a la historia de la antigua Roma.

Nada de ello va en demérito de nuestro President, quien sólo hace año y medio, poco antes de que estallara el caso Gürtel, era la estrella ascendente del partido a nivel nacional y el bálsamo que curaba las heridas de un Mariano Rajoy cuestionado entonces dentro de su propia formación política. Hoy, en cambio, aunque se llegue a demostrar su falta de responsabilidad en los turbios asuntos de Álvaro Pérez, El Bigotes, muchos dirigentes del PP en Madrid, comenzando por su secretaria general, María Dolores de Cospedal, creen que Camps es más un problema que una solución a las aspiraciones del partido: y no ya en la Comunidad, sino fuera de ella, donde son otros líderes los que se juegan sus habichuelas políticas.

Un último ejemplo de debilidad lo ofrece su inoperancia para lograr una fusión entre las dos principales cajas valencianas y que, en cambio, sea el presidente del partido en Alicante, José Joaquín Ripoll, quien controle acercamiento de la CAM a Caja Murcia, en una primera instancia, y su ruptura cuando las condiciones de la fusión no le convencen. Como contraste, el rutilante barón en alza del partido, el gallego Núñez Feijóo, impone la integración de Caixanova y Caja Galicia contra la opinión del Banco de España y contra el criterio del propio PP, manifestado públicamente por su responsable de economía, Cristóbal Montoro.

Ante semejante evidencia, la pregunta inicial no es baladí: ¿tan imprescindible resulta Paco Camps? ¿Ninguno de los 124.000 militantes del partido en la Comunidad tiene suficiente categoría para poder reemplazarle?

Lo mismo debieron pensar los alemanes cuando la marcha de Adenauer y poco después llegó un carismático Willy Brandt quien, por cierto, dimitió en 1974 a causa del espionaje de su asistente Günter Guillaume, en lo que él no tenía responsabilidad alguna. Su ausencia la suplió con creces Helmut Schmidt, el canciller más apreciado de todos, y luego Helmut Köhl, quien pese a descubrirse la financiación ilegal de la CDU durante su mandato no perdió por ello un ápice de prestigio logrado por haber reunificado el país.

Y es que nadie resulta irreemplazable, a pesar del afán de algunos de aferrarse al cargo, como le sucede al presidente de la patronal, Díaz Ferrán, quien ya es cuestionado frontalmente hasta por José Manuel Lara.

Estas reflexiones a cuenta de la reapertura de la causa judicial contra Paco Camps por cohecho pasivo ni son inoportunas ni resultan frívolas. Si el presidente de todos los valencianos logra seguir siéndolo a tiempo completo, pese a sus avatares judiciales, miel sobre hojuelas; pero, si no es así, el no pensar en una posible alternativa devendría en un imperdonable suicidio político.

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