domingo, 3 de junio de 2012

La posible derrota del PP


El mayor problema del PP no es saber si descabalga o no a Alfonso Rus de la jefatura del partido en Valencia. El problema real es si podrá acabar la legislatura y en qué condiciones lo hará.

Las proyecciones que tienen los diferentes partidos políticos de la Comunidad, así como las empresas demoscópicas, muestran un inexorable declive del Partido Popular que le llevaría a perder las próximas elecciones, ya sean éstas en 2015 o se celebren con anterioridad a dicha fecha.

Como se ve, nos hallamos ante un escenario que contrasta brutalmente con el poder absoluto del que ha venido gozando el PP en esta tierra. Como recordaba Alberto Fabra cuando su reelección al frente del partido el mes pasado, “gobernamos la Generalitat, las diputaciones de las tres provincias y 355 de los 542 municipios de la Comunidad”.

Una barbaridad. Pero aun así no debe dormirse en los laureles. Desde las elecciones islandesas de enero de 2009 hasta la reciente derrota de Sarkozy frente a Hollande, la crisis económica se ha llevado por delante a 16 Gobiernos europeos, ya sean de izquierdas o de derechas, y a una cantidad indeterminada de Gobiernos regionales. Así que al tanto.

Pero no son sólo los problemas económicos de índole general los que agobian al Consell —deuda pública, déficit, dificultades de financiación y de pago de las obligaciones vencidas…—, sino los más específicos derivados de la corrupción y de la subsiguiente mala imagen de nuestra región en los mercados y, sobre todo, entre los ciudadanos.

Bien es verdad que la corrupción no ha pasado hasta ahora factura electoral en este país. Pero es que la acumulación de casos en la Comunidad —propios o comunes a otros lugares, reales o supuestos— bate records: Gürtel, Emarsa, financiación del PP, procesos a Carlos Fabra, caso Nóos, sobrecostes de Calatrava, cooperación con el Tercer Mundo, quiebras de la CAM, Banco de Valencia y Bancaixa…

Le queda, pues, por delante a Alberto Fabra un durísimo recorrido esta legislatura como para distraerse en rifirrafes internos.

La única ventaja del PP ante este panorama es la falta de alternativa política que ofrecen sus adversarios, puesta de manifiesto una semana sí y otra también en los debates en Les Corts y en las sesiones de control al Consell.

Aun así, las encuestas que se manejan de tapadillo muestran una subida en las expectativas de voto de EU, con Marga Sanz al frente, y de Compromís, donde curiosamente resulta más conocida Mónica Oltra que su líder, Enric Morera. El innegable crecimiento de esta última coalición alcanza, sin embargo, un techo más bajo de lo que seguramente merece el trabajo político de sus dirigentes. Y es que el nacionalismo o el regionalismo tienen en esta tierra el recorrido que tienen y nada más.

El que sigue hasta ahora sin levantar cabeza es el PSPV-PSOE, donde el relevo de Jorge Alarte por Ximo Puig, en vez de elevar las expectativas ofrece una imagen de división y de carencia de proyecto.

Tampoco debería fiarse el PP de que la previsible entrada en Les Corts de UPyD —el partido de Rosa Díez— compense el crecimiento de sus adversarios tradicionales. El pacto de ésta en Asturias con el socialista Javier Fernández evidencia que el PP está más solo que la una. Así que, una vez más, o gana las próximas elecciones por mayoría absoluta o se quedará para vestir santos.




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