domingo, 27 de mayo de 2012

Alberto Fabra y el futuro


Alfonso Rus se ha equivocado al retar a Alberto Fabra porque el PP es un partido de liderazgo, que no deja lugar para grupitos ni para familias, al contrario de lo que sucede en el PSOE”.

         Esto me lo decía al acabar el congreso de Alicante alguien que conoce muy bien los entresijos del partido en el que lleva militando treinta años. Ese mismo fin de semana se celebraban otros tres congresos regionales del PP, todos ellos con candidato único. En Canarias ganó José Manuel Soria, con el 97,1% de votos; en Murcia, Ramón Luis Valcárcel, con el 98,1%, y en Castilla y León, Juan Vicente Herrera, con el 97,1%.

Ya ven que no queda margen para la disidencia. El castigo a Fabra por parte de los afines a Alfonso Rus —y, en menor medida, de Rita Barberá— redujo el porcentaje de votos del presidente al 83,1%. Aun así, una aplastante mayoría.

        “He recibido presiones para dejar mi papeleta en blanco —me comentaba el alcalde de un municipio de Valencia antes de las votaciones— y basta eso para que ahora vote en negro”.

         En el congreso del pasado fin de semana no sólo se produjeron presiones —“brutales”, me llegó a decir un diputado provincial por Valencia—, sino que por primera vez los delegados se permitieron hablar de ello sin tapujos delante de los periodistas. “Me alegra el que por fin llegue la democracia interna a un partido de derechas”, ironizó conmigo un veterano militante, de vuelta ya de muchas batallas internas.

         No sé si es que hay o no mayor democracia, porque episodios complejos los ha vivido también el PP durante los mandatos de Eduardo Zaplana y de Francisco Camps. Pero en todos los casos, el líder del partido en cada momento acabó disponiendo de un poder absoluto, como le va a suceder ahora a Alberto Fabra con la inestimable ayuda del eficaz y correoso Serafín Castellano al frente de la Secretaría general del partido.

         Además, en esta hora de tribulación económica y de una deteriorada imagen de la Comunidad, por los casos de corrupción y por el fracaso en la gestión política de Camps, Mariano Rajoy no quiere más interlocutor en esta tierra que Alberto Fabra, persona de trayectoria impoluta y que fue elegido por él mismo para presidir la Generalitat.

         Por eso, tampoco han de temer por su futuro quienes han apostado por el presidente sin plegarse a presuntas fidelidades debidas a Rus en el pulso que el presidente de la Diputación de Valencia ha echado a Alberto Fabra. En ese partido sólo hay lugar para un líder y ése es el actual presidente regional del PP.

         Otra cosa muy distinta es que el futuro del partido y el de la Comunidad estén escritos. “Lo más probable —me comenta un experto en sondeos electorales— es que el Partido Popular no gane las próximas elecciones: no digo que pierda, sino que los partidos de la oposición sacarán entre todos más votos que él”.

         La culpable de ese diagnóstico es la crisis económica, claro está, pero también la incapacidad del PP para solucionarla, tanto a nivel regional como nacional, según este experto. “No tiene nada que ver con el liderazgo de Fabra, sino con cuestiones externas a él. Por lo mismo, tampoco puede permitirse el lujo de prescindir de auténticos purasangres de la política, como Rafael Blasco. Ante la que se avecina, por mucho talento del que se rodee éste aún será poco”.  





  










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