viernes, 17 de agosto de 2012

No a Madrid olímpica


Ya verán cómo a Londres no le van a salir las cuentas de sus juegos olímpicos. Si no, al tiempo.

Es que semejante acontecimiento deportivo cuesta un riñón. Así, la ciudad canadiense de Montreal ha estado pagando hasta hace poco las deudas de sus juegos de 1976. Una ruina.

A Pekín, claro, le dio lo mismo endeudarse hasta las cejas hace cuatro años. Es lo que tienen las dictaduras. Además, con una población de 1.300 millones toca a muy poco por habitante. No le ocurrió lo mismo a Seúl, en 1988, o a Sidney, en 2004, que aún siguen haciendo números.

El rendimiento de unos juegos olímpicos radica en el grado de conocimiento y notoriedad que otorgan a una ciudad. Ése fue el gran éxito de Barcelona en 1992. Antes de aquella fecha no la conocía nadie y después de ella recibe turistas a gogó de todo el mundo. Además, gracias a los juegos consiguió una porrada de inversiones que modificaron definitivamente su fisonomía urbana.

Aquélla, también, era una época de vacas gordas, lo que no sucede en el caso actual de Madrid, con inversiones recientes aún por pagar y con un nivel de turismo que no mejorarían unos juegos olímpicos. Es lo que le ha pasado a Londres, donde miles de turistas han dejado de acudir este verano precisamente por el agobio olímpico.

Por eso sería una tragedia económica que se le concediesen los juegos del 2020 a Madrid. Hay ciudades a las que éstos no favorecen, por culpa de su propia inanidad turística, como Atlanta, en 1996, y otras en las que son absolutamente prescindibles, dada su notoriedad previa, como Atenas, en 2000.

Así, pues, seamos sensatos y no metamos la pata con Madrid.  

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