domingo, 27 de diciembre de 2009

La prensa muerta

(Ahora que tanto se habla de la crisis mundial de la prensa, resulta que éste era un fenómeno muy previsible. Lo demuestra la vigencia del siguiente artículo, publicado en el diario Metro, el 14.12.06. No es que uno sea vidente, claro, sino que siempre ha bastado observar la realidad para saber adónde nos lleva)

La prensa convencional está muerta, aunque aún no lo sabe. Por eso todavía no ha celebrado su funeral.
No seré yo, que llevo treinta años viviendo de ella, quien se alegre de la situación. Pero lo cierto es que los diarios tradicionales, en Francia, Alemania, Estados Unidos,… llevan cinco años consecutivos perdiendo lectores. Aquí, aguantan a duras penas ofreciendo vajillas, longanizas, detergentes,… después de habernos anegado con regalos de libros que no leemos o DVD que no tenemos tiempo de visionar.
Se trata de un espejismo, claro. Yo dirigí un diario que daba gratis gruesos volúmenes de Mortadelo y Filemón. Pues bien: he visto adquirir a la vez seis ejemplares y a su comprador, tras guardar con esmero los libros, tirar los periódicos en la papelera más próxima. Otro rotativo llegó a duplicar sus ventas con el regalo diario de una botella de vino. Al acabar la promoción, probablemente aumentó el número de dipsómanos, pero la difusión del periódico volvió a su estado anterior.
En las últimas décadas, los diarios españoles han crecido a cuenta de fagocitar sus competidores. Cuando hace 28 años nació El Periódico, había once diarios en Barcelona. Sólo quedan tres. Ahora, a esos orondos supervivientes les ha surgido una nueva competencia. En Valencia, por ejemplo, hay ya siete diarios gratuitos, como éste que el lector tiene en sus manos.
Pero no es sólo eso. Internet crece como la espuma y la TDT permitirá de aquí a tres años ver 200 canales de televisión. Ni siquiera los políticos confían ya en la prensa denominada seria: sus frases más ingeniosas y contundentes las reservan para los cortes informativos de la tele. Entre otras razones, porque ellos nunca compran los diarios: los ojean en indiscriminados resúmenes de prensa que dan la misma importancia al mejor editorial que a la breve nota de un diario casi clandestino. Como consecuencia, han comenzado a recortar las adquisiciones institucionales en bloque con las que subvencionan indirectamente a las empresas periodísticas.
Y no es que no se lea. Estamos en el país con más títulos de libros por metro cuadrado. Los periódicos, por su parte, incorporan las firmas de los mejores escritores. Pero, claro, no todo el monte es orégano. Al lado de artículos impecables, nuestros diarios adolecen de textos con todos los defectos de la comunicación actual: errores de precipitación, falta de los correctores tipográficos de antaño, lenguaje sincopado procedente de la cultura del SMS y los e-mails, mezcolanza bilingüe de quienes no dominan ninguno de sus dos idiomas oficiales, contaminación del lenguaje coloquial de la tele
Además, por si no bastase, los periodistas tenemos que ser ahora multimedia: es decir, tocar todos los instrumentos de la orquesta sin conocer a fondo ninguno. No se trata, pues, de que uno sea apocalíptico. Pero, con este panorama, si la prensa tradicional no está muerta es que la estamos enterrando en vida, lo que sería muchísimo peor.

1 comentario:

  1. Yo quedé atónita, en mi último viaje a Londres, al ver cómo había cambiado THE TIMES en los últimos 9 años, desde la última vez que lo había ojeado. Ahora habla más de Susan Boyle y de Paris Hilton que de la Política exterior de o los nuevos planes del gobierno Británico. Con los colores que se le han subido, se parece más al ¿Qué me dices! que a un periódico como tenemos idea que debe ser un periódico. Creo que estos cambios son para mal.. se desvirtúa la prensa pero no logra salvarse, al final no se consigue nada bueno.

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