Mientras la tercera parte de
los futbolistas profesionales de este país no cobran en tiempo y forma lo que
les adeudan los clubes, el Real Madrid parece dispuesto a desembolsar 120
millones de euros por el jugador galés Gareth
Bale.
Tamaño despropósito no es
exclusivo del fútbol. Por supuesto. Mientras cientos de miles de modestos
ahorradores fueron estafados con participaciones preferentes o deuda
subordinada, los consejeros de administración de esas entidades bancarias se
subían los sueldos. Una desvergüenza.
Hace ya 30 años, el
economista Sherwin Rosen daba rienda
suelta a su ira ante el sueldo de 1,2 millones de dólares de un jugador de
baloncesto o los 2 millones de una estrella televisiva. Hoy, éstos, cobran 20
veces más, al igual que los ejecutivos de Wall Street, en una injusticia
socialmente progresiva.
Es lo que el filósofo Nassim Taleb explica como fenómeno de “el ganador se lo lleva todo” en aquellas
“actividades fractales”, es decir,
que no se rigen por las estadísticas promedio propias de las actividades
estándar.
Debido a ese fenómeno
acumulativo creciente de los sueldos de las grandes estrellas, los equipos
españoles, en plena crisis económica de 2009-2010 batieron el récord de
fichajes, situándolo en 454,5 millones de euros. Para evidenciar el tamaño de
esa injusticia, en aquel mismo momento el fútbol español debía más de 4.000
millones que debíamos sufragar entre todos los ciudadanos.
Por razones obvias, sólo el
Barça y el Real Madrid escapan a la crisis. Todos los demás clubs, de una u
otra manera, están endeudados hasta las cejas y en proceso de desaparición
algunos de ellos. Si no lo hacen es por la generosa ayuda de las instituciones
públicas —que se la deniegan a colectivos más necesitados— y que han puesto al
comisario Joaquín Almunia en el
disparadero de la Comisión Europea. Sólo el Valencia C.F. acumula una deuda
fiscal superior a 450 millones y vive a costa de los más de 300 que la
Generalitat tiene enterrados en su salvación.
Ya ven si eso es estar o no
en el abismo. Eso, sin contar con la vista gorda hacia partidos de fútbol
amañados —el Hércules de Enrique Ortiz
se lleva la palma—, para acabar de enturbiar las cosas.
Claro está, sin embargo, que
el fútbol parece ser mucho más importante que lo que le ocurra a nuestra
zarandeada existencia. Otros países golpeados por la crisis, como Grecia,
Chipre, Italia,… también se gastan en el deporte lo que no tienen para dar de
comer a muchos de sus ciudadanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario