jueves, 8 de mayo de 2014

Cataluña y Euskadi



El reciente encuentro entre Artur Mas e Íñigo Urkullu ha disparado las especulaciones sobre un imposible frente nacionalista vasco-catalán.
Se trata de una más de las desinformaciones o desconocimientos sobre la realidad territorial de España.
A diferencia de sus homólogos catalanes, al PNV nunca le ha interesado ni convenido la independencia del País Vasco. Entre otras razones, porque éste ya goza de un estatus privilegiado de autonomía con el concierto económico actual, porque nunca sería autosuficiente como Estado soberano y porque sabe que una gran parte de la población se siente comprometida con el futuro colectivo de España.
En estos tres puntos, precisamente, difiere de él radicalmente el nacionalismo catalán —ahora, separatismo, a secas—, al que cualquier oferta de pacto fiscal o de cupo tipo Euskadi le parece hoy día muy por debajo de sus expectativas.
Esa brutal diferencia entre ambos soberanismos ha propiciado la paradoja de que los nacionalistas vascos más extremos hayan practicado la lucha armada para imponer unas tesis ajenas a la mayoría de la población. No en vano las provincias Vascongadas han sido una de las regiones que en la historia más han colaborado a la integración territorial de España, con cantidad de nombres ilustres en la industria, las artes, la milicia y la economía nacional.
En cambio, el retraimiento periférico de Cataluña conllevó su propia paradoja: la de su retraso foral hasta que se abrió al comercio con el resto de la Península tras la victoria de los Borbones en la Guerra de Sucesión, hace trescientos años. Justo, lo contrario de lo que se nos quiere hacer creer.
En cualquier caso, lo importante no es el pasado, sino el futuro. Y la grave irresponsabilidad de todos los políticos españoles es que no nos explican qué podría pasarnos de consumarse la amenaza de la escisión territorial.
Y no vale con argumentar falsamente sobre los males que le podrían sobrevenir a Cataluña, sino al conjunto de España. ¿Sería viable un Estado privado de golpe del 20% de su PIB? ¿Cómo afectaría eso a la cohesión de lo que quedaría del país? ¿Y qué pasaría con las brutales presiones pancatalanistas, ya insinuadas, sobre la Comunidad Valenciana y las islas Baleares?
Éstos son los temas de verdad y todo lo demás, como se dice en catalán, sólo son amables flors i violes para tener entretenido al personal.         

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