El
reciente encuentro entre Artur Mas e
Íñigo Urkullu ha disparado las
especulaciones sobre un imposible frente nacionalista vasco-catalán.
Se
trata de una más de las desinformaciones o desconocimientos sobre la realidad
territorial de España.
A
diferencia de sus homólogos catalanes, al PNV nunca le ha interesado ni
convenido la independencia del País Vasco. Entre otras razones, porque éste ya
goza de un estatus privilegiado de autonomía con el concierto económico actual,
porque nunca sería autosuficiente como Estado soberano y porque sabe que una
gran parte de la población se siente comprometida con el futuro colectivo de
España.
En
estos tres puntos, precisamente, difiere de él radicalmente el nacionalismo catalán
—ahora, separatismo, a secas—, al que cualquier oferta de pacto fiscal o de cupo tipo Euskadi le parece hoy día muy
por debajo de sus expectativas.
Esa
brutal diferencia entre ambos soberanismos
ha propiciado la paradoja de que los nacionalistas vascos más extremos hayan
practicado la lucha armada para imponer unas tesis ajenas a la mayoría de la
población. No en vano las provincias Vascongadas han sido una de las regiones
que en la historia más han colaborado a la integración territorial de España,
con cantidad de nombres ilustres en la industria, las artes, la milicia y la
economía nacional.
En
cambio, el retraimiento periférico de Cataluña conllevó su propia paradoja: la
de su retraso foral hasta que se abrió al comercio con el resto de la Península
tras la victoria de los Borbones en
la Guerra de Sucesión, hace trescientos años. Justo, lo contrario de lo que se
nos quiere hacer creer.
En
cualquier caso, lo importante no es el pasado, sino el futuro. Y la grave
irresponsabilidad de todos los políticos españoles es que no nos explican qué
podría pasarnos de consumarse la amenaza de la escisión territorial.
Y
no vale con argumentar falsamente sobre los males que le podrían sobrevenir a
Cataluña, sino al conjunto de España. ¿Sería viable un Estado privado de golpe
del 20% de su PIB? ¿Cómo afectaría eso a la cohesión de lo que quedaría del
país? ¿Y qué pasaría con las brutales presiones pancatalanistas, ya insinuadas, sobre la Comunidad Valenciana y las
islas Baleares?
Éstos
son los temas de verdad y todo lo demás, como se dice en catalán, sólo son
amables flors i violes para tener
entretenido al personal.
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